El hijo de Miguel Rodríguez Orejuela estuvo en Q'hubo y nos habló entre muchas cosas, de la relación con su padre en la cárcel, que aún perdura en la lejanía.
El hijo de Miguel Rodríguez Orejuela estuvo en Q'hubo con ocasión del lanzamiento de la serie de HBO ‘Escobar: herencia maldita’.
En el evento, Miguel Andrés compartió con jóvenes involucrados en actividades delincuenciales en Terrón Colorado. Lo hizo al lado de Sebastián Marroquín, hijo de Pablo Escobar, quienes hoy son un ejemplo a seguir para quienes ya no hacen parte de la ilegalidad y luchan por el proyecto denominado ‘Terrón Emprende’.
En su visita, Miguel contó cómo fue ese encuentro en Cali con Sebastián y qué propósito social tuvo. También de su misión de vida y de cómo está su padre, Miguel, en una cárcel de Estados Unidos donde ya ha pagado 18 años de una condena de 30.
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¿Cómo ha sido la relación con su padre desde la cárcel?
Tengo una relación distante en los físico, pero cercana desde los medios de comunicación que podemos tener. Las cárceles norteamericanas permiten tener un medio de comunicación que es como un correo electrónico que permite la interacción, además tiene como 300 minutos -al mes- para llamar y los usa con sus hijos y su esposa.
¿Qué hablan en esas llamadas?
Mi papá pregunta hasta cómo está la ciudad, él está enterado de todo porque allá les llegan algunos medios nacionales. Así mismo, cada persona originaria de Latinoamérica tiene comunicación con sus familias y les dejan saber las noticias a los demás.
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¿Cuándo fue la última vez que abrazó a su padre?
Hace 8 años, tenía 37 años. No lo he podido volver a ver porque -pese a que tengo derecho- las políticas del gobierno de Trump fueron muy restrictivas frente al tema migratorio.
¿Qué es lo que su padre más extraña de Cali?
Mi papá es un hombre inflexible, sus reflexiones son muy internas. Yo creo que aún en el error de vida que pudo haber cometido me ha dado la enseñanza de asumir las responsabilidades con altura, mi papá es un hombre que jamás ha hablado de él y se ha llevado -como mi tío Gilberto- varias cosas en silencio.
Se ha arrepentido de sus errores, al no poder estar presente con nosotros porque es un ser humano que siente, pero hay un reconocimiento al error y eso lo demuestra pagando ejemplarmente su condena.
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¿Cómo está él físicamente?
Está entero, está muy bien. Obviamente, ya con 78 años el paso del tiempo ha dejado huella y tiene su pelo blanco.
¿Le dejó herencia de dinero?
Me dejó el estudio y aunque fue un hombre muy rico los errores se pagan caros.
Nosotros teníamos empresas familiares -teníamos con qué vivir- que nos permitió tener ahorros para volver a comenzar. Todas esas empresas ya no están en nuestras manos hoy en día, todo está en extinción de dominio.
¿No va a salir nunca de la cárcel?
Mi papá tiene el derecho asistido a la libertad, el tiempo para ello ya está cumplido. De su condena de 30 años ya cumple 18 este año, pero eso es a discreción del juez estadounidense. En plena pandemia, se solicitó la libertad de mi tío por la edad y porque su salud estaba muy mal.
No obstante, ésta fue negada porque las autoridades indicaron que él era un ícono del narcotráfico y tenía un perfil que no podían liberar.