La orden es clara: quien quiera llegar a la Alcaldía tiene que sentarse a negociar el pliego de peticiones de la banda criminal ‘La Oficina de Tuluá’. Entre ellas, una cuota política de participación en el Gobierno, permitir el cobro de un impuesto a los contratistas (vacuna) y garantizar el control del comercio de los productos básicos de la canasta familiar.
Desde hace varios años el microtráfico dejó de ser la única fuente de ingreso de este grupo delincuencial surgido de la organización de Los Comba, la banda al servicio del narcotráfico, y que tiene aterrorizados a los habitantes de Tuluá por la brutalidad de sus crímenes, extorsiones, homicidios y el poderío de sus armas.
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Un grupo criminal que pasó de la extorsión a comerciantes en las plazas de mercado a acaparar la distribución de los productos básicos de la canasta familiar. Su incursión en mercados ‘legales’ empezó con la imposición de condiciones para quienes comercializaban cilantro.
“De un momento a otro aquí no vendían cilantro sino ellos, y los productores no podían venderle a nadie más y también ellos definían los precios. Luego fueron creando a sangre y fuego el cartel de la cebolla, de la papa, del plátano, el banano, el huevo, y de otros. “Aquí la persona que viene a vender huevos y viene de afuera tiene dos opciones: o se los vende a ‘La Oficina’ o no los puede vender; y si lo hace por fuera, lo matan”, indicó telefónicamente un comerciante.
La Oficina de Tuluá surgió hace alrededor de 15 años en el barrio La Inmaculada, según una fuente de inteligencia, y fue ese el nombre que en principio adoptó. “Con la caída de su primer cabecilla, John Estiven Idrobo, asumió el mando Óscar Darío Restrepo, alias Porrón, el devoto de la virgen de Guadalupe que se convirtió en objetivo de las autoridades luego de que amenazara de muerte a Faustino Asprilla, y a quien le han incautado bienes por más de $60.000 millones”.
Seguidamente, luego de su captura, en febrero del 2015, asumió el mando de la banda criminal alias Pipe. Quien al terminar tras las rejas cedió el mando a sus hermanos: ‘Care Vieja’, ‘Nacho’ y una mujer, que es la que viene ejerciendo control del microtráfico en la ciudad y centros de distribución en La Inmaculada, El Paraíso, Nuevo Farfán y otras zonas donde hay ollas de vicio”, dice la fuente.
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“Les dejaron tomar ventaja y ahora no van a ceder en absolutamente nada de lo que ellos creen que han conquistado. Basta con leer los últimos panfletos que han publicado para entender que se creen amos y señores del municipio; y algo de razón tienen porque han actuado con una tranquilidad preocupante”, dice un actor político en Tuluá que por razones obvias pide que no sea revelada su identidad.
Tras el último acto criminal cometido por esta banda, un doble atentado en un centro comercial contra un abogado y precandidato al Concejo, al que luego alcanzaron cuando el escolta lo llevaba a una clínica y les dispararon de nuevo entre un taxi, emitieron un comunicado ufanándose del hecho delictivo y “del control del territorio” que supuestamente deben mantener.
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