El representante a la Cámara Miguel Polo Polo ha desatado un intenso debate tras anunciar sus planes en materia de seguridad y orden público en caso de llegar a la presidencia de Colombia. En un reciente discurso, el polémico congresista dejó en claro su intención de implementar medidas extremas para combatir el vandalismo y la delincuencia, asegurando que su gobierno sería más radical que el de Nayib Bukele en El Salvador.
Polo Polo también dejó claro que en su eventual mandato no habría tolerancia para actos de vandalismo en el marco de las manifestaciones. En este sentido, propuso el uso de gas lacrimógeno, bolillo y fuerza policial para disuadir a quienes atenten contra la infraestructura pública y privada.
"Las marchas no pueden convertirse en sinónimo de destrucción"
Sentenció.
Dentro de sus declaraciones, sugirió además sanciones directas contra estudiantes implicados en disturbios. Su idea es que aquellos que participen en actos de vandalismo pierdan automáticamente sus becas y ayudas del Estado.
"No más parásitos financiados con el dinero de los colombianos"
Escribió en su cuenta de X.
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El congresista aseguró que su plan de seguridad sería aún más estricto que el de Nayib Bukele, presidente de El Salvador, famoso por su guerra frontal contra las pandillas. En un tono desafiante, Polo Polo declaró que sus medidas harían que las organizaciones de derechos humanos "lloren y se revuelquen" ante la severidad de sus decisiones.
Sus declaraciones han dividido opiniones en el espectro político. Mientras algunos sectores apoyan su línea dura contra la delincuencia, otros lo acusan de populismo punitivo y de querer gobernar con una política de represión extrema
Las propuestas de Polo Polo han encendido el debate nacional sobre los límites entre seguridad y derechos humanos. Mientras sus seguidores ven en él una figura de autoridad y orden, sus detractores alertan sobre los riesgos de convertir a Colombia en un Estado con tendencias autoritarias. Lo cierto es que su discurso ha logrado posicionarlo en el centro del debate público y, para bien o para mal, sigue sumando protagonismo en la escena política.
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