Sin camas ni asientos y con poca comida entre las ollas pasa la cuarentena la familia Sinisterra, compuesta por 15 integrantes, la mayoría de ellos niños que van entre los 6 meses y 13 años. Entre ellos está la niña más grande, que es Guillermina Sinisterra, la abuela de 91 años que no puede caminar ni oír ni ver.
Con dos colchones y unas cuantas sábanas, esta numerosa familia descansa cada noche. A la mayoría le toca la incomodidad del suelo. A esto se le suma el calor infernal que sienten cuando todos están amontonados durmiendo, ya sea en la sala o en los tres cuartos que tiene la vivienda ubicada en la Carrera 34 No 49-72, del barrio El Retiro.
Santiago Sinisterra es la cabeza de este gran hogar; él antes se desempeñaba como ayudante de construcción, pero el Covid-19 paró las obras en las que se ganaba el sustento para alimentar 15 bocas.
Hoy en día su rutina ha cambiado y los constantes pensamientos de qué comerá su familia, cómo pagará los recibos, de dónde sacará para comprar los pañales de Guillermina, su madre, como visitará a su hermana que está interna en la Clínica de Occidente por tener cáncer de seno y, sobre todo, cómo pagará el arriendo. Todo esto supera el $1’200.00. A pesar de sus preocupaciones trata de distraerse jugando naipe con sus hijos y cuñados.
No se olvideSi desea ayudarle a esta familia puede comunicarse al: 3232312552-3108601414.
Cuando las manecillas del reloj marcan las 6:00 a.m., Santiago sale de las sábanas con mucho cuidado de no despertar a los familiares que aún siguen descansando. Es el primero que ingresa al baño, así que no debe alegar para que lo desocupen lo más pronto posible.
Cuando ya está listo se levantan Yenny Andrea, Yenny Alejandra, Julia, Silvio y John, los más pequeños de la casa. Diez minutos después, la cocina se convierte en una especie de restaurante, pues todos empiezan hacer fila para recibir la porción del desayuno, eso sí, rogando que la noche anterior algún vecino les haya regalado qué comer.
“La situación está difícil, nos ha tocado alimentarnos una vez al día, ya que hay momentos en donde solo se consigue para desayunar, almorzar o comer, pero no para meterle al buche los tres alimentos diarios”, dijo Santiago.
Los Sinisterra han podido seguir comiendo gracias a la solidaridad de los vecinos del sector, quienes reconocen la necesidad por la que está pasando la familia y en especial los más pequeños de la casa.
Según contaron las mujeres de este hogar, deben cocinar aproximadamente cuatro libras de arroz, más de tres libras de pollo para poder alimentarse bien, pero no han podido realizar un mercado, ya que en la familia nadie está trabajando.
Algunos dirán que pueden comerse un arroz con huevo, que es lo que sale más barato, pero para ellos no es así, ya que cada huevo está costando $500 en las tiendas de barrio, y las tres libras de arroz les saldría en $6.000 es decir que un almuerzo les cuesta $15.000.
¿Cómo es la convivencia?
Como en cada familia con niños, se escuchan risas, llantos y peleas, y esta no es la excepción.
“Peleo a veces con mis hermanos, ya que se demoran mucho en salir del baño y como soy la última en despertarme me toca esperar todos los turnos”, contó Alicia, de casi 13 años.
Para el oficio de la casa se turnan todos, pero en la cocina solo se meten las mujeres, mientras que los hombres barren y limpian.
“Cada uno lava su ropa para así no amontonarla, ya que no contamos con lavadora, sin embargo, hay días en donde una persona nos lava toda la ropa a todos. Cada día ponemos a uno diferente para esto y para lavar la losa”, contó la esposa de Santiago, quien además es la encargada de bañar y vestir a Guillermina, la abuelita de la familia, pues ella no se puede mover por su cuenta, y es necesario que la alimenten, la bañen y la limpien como si fuera un bebé.
La familia Sinisterra pasa sus tardes jugando naipe, viendo TV y jugando balón en uno de los cuartos desocupados, pues los niños no cuentan con muchos juguetes y no han tenido los recursos para poder comprarse un parqués o un dominó.
“Saqué un trapo rojo al balcón para ver si el Gobierno llegaba y nos ayudaba, pero hasta el momento no han llegado. Es difícil pasar una cuarentena con necesidad y peor aún salir a rebuscarse y no encontrar en qué trabajar. Le agradezco mucho a los vecinos y amigos que me han apoyado en este momento, por el momento, seguiremos riéndonos a pesar de las preocupaciones”, manifestó Santiago.
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