La Novena de Navidad, o Novena de Aguinaldos, continúa rezándose este lunes 19 de diciembre, cuarto de los nueve días de oración previos a la celebración del nacimiento de Jesús, el hijo de Dios.
La novena es una costumbre católica típica de Colombia, Ecuador y algunas zonas de Venezuela que se le atribuye al fraile Fernando de Jesús Larrea, quien vivió entre 1700 y 1733.
Siga aquí el paso a paso del día 4 de la novena de aguinaldos tradicional:
1. Villancico
2. Bendición inicial
3. Oración para todos los días
4. Reflexión del día
5. Oración a la Virgen María
6. Oración a San José
7. Gozos
8. Oración al Niño Jesús
9. Bendición final
10. Villancico
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Benignísimo Dios de infinita caridad, que nos has amado tanto y que nos diste en tu hijo la mejor prenda de tu amor, para que hecho hombre en las entrañas de una virgen naciese en un pesebre para nuestra salud y remedio. Yo en nombre de todos los mortales te doy infinitas gracias por tan soberano beneficio.
En retorno de él te ofrezco la pobreza, humildad y demás virtudes de tu hijo humanado, y te suplico por sus divinos méritos, por las incomodidades en que nació y por las tiernas lágrimas que derramó en el pesebre, que dispongas nuestros corazones con humildad profunda, con amor encendido y con tal desprecio de todo lo terreno, que Jesús recién nacido, tenga en ellos su cuna y more eternamente. Amén.
Se reza tres veces: Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Palabra
Del Evangelio de san Lucas 2,10-12
El ángel les dijo: «No teman, les anuncio una buena noticia que será de gran alegría para todo el pueblo: hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor. Y aquí tienen la señal: encontrarán un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre». Palabra del Señor.
Reflexión
En la Exhortación Apostólica sobre el Amor en la Familia n.196 se nos enseña que: “el amor entre el hombre y la mujer en el matrimonio y, de forma derivada y más amplia, el amor entre los miembros de la misma familia - entre padres e hijos, entre hermanos y hermanas, entre parientes y familiares - está animado e impulsado por un dinamismo interior e incesante que conduce la familia a una comunión cada vez más profunda e intensa, fundamento y alma de la comunidad conyugal y familiar”.
Hoy hay una gran esperanza de que la familia, querida y amada por Dios, sea un espacio de comunión y de esperanza. Las familias son Evangelio de Amor cuando saben acoger, valorar y respetar a todos. La lectura que nos ilumina hoy la volveremos a escuchar en la celebración de la Navidad cuando se envía a los pastores a visitar y contemplar como en una familia, la de Jesús, María y José, han de encontrar un cariño auténtico, un calor humano novedoso y humilde, una familia que cada año visita las familias del mundo entregándoles la Buena Noticia, que en griego se dice Evangelio. Allí les hablarán sin palabras, con signos simples, que la familia constituida según el querer de Dios, es la escuela de acogida y de alegría en la que nacen los valores y nace la paz.
Oración
Pidiendo que nuestras familias sean Evangelio de Amor, que puedan ser:
Escuelas de amor que acoge y ofrece esperanza.
Escuelas de alegría en la que todos encuentren consuelo y misericordia.
Vida
Pidiendo que nuestras familias sean Evangelio de Amor, que puedan ser:
Escuelas de amor que acoge y ofrece esperanza.
Escuelas de alegría en la que todos encuentren consuelo y misericordia.
Soberana María que por tus grandes virtudes y especialmente por tu humildad, mereciste que todo un Dios te escogiera para madre suya. Te suplico que tú misma prepares y dispongas mi alma y la de todos los que en este tiempo hagan esta novena, para el nacimiento de tu adorable Hijo.
¡Oh dulcísima Madre!, comunícame algo del profundo recogimiento y divina ternura con que le agradaste tú para que nos hagas menos indignos de verle, amarle y adorarle por toda la eternidad. Amén.
Se reza tres veces: Dios te salve María, llena eres de gracia, el señor es contigo, bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre Jesús. Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, amén.
¡Oh Santísimo José!, esposo de María y padre adoptivo de Jesús. Infinitas gracias doy a Dios porque te escogió para tan altos ministerios y te adornó con todos los dones proporcionados a tan excelente grandeza. Te ruego por el amor que le tuviste al divino Niño, me abraces en fervorosos deseos de verle y recibirle sacramentalmente mientras en su divina esencia le veo y le gozo en el cielo. Amén.
Se reza: Padre nuestro, que estás en los Cielos, santificado sea tu nombre, venga tu Reino, hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo. y perdónanos nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores, y no nos dejes caer en la tentación, más líbranos del mal, amén.
Dios te salve María, llena eres de gracia, el señor es contigo, bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre Jesús. Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, amén.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
¡Dulce Jesús mío, mi Niño adorado!
¡Ven a nuestras almas! ¡Ven, no tardes tanto!
1. ¡Oh Sapiencia suma del Dios soberano,
que a infantil alcance te rebajas sacro!
¡Oh divino Niño, ven para enseñarnos
la prudencia que hace verdaderos sabios!
¡Ven, ven ven, ven a nuestras almas Jesús, ven ven, ven ven!
¡Ven a nuestras almas, Jesús, ven ven a nuestras almas!
¡No tardes tanto, no tardes tanto, Jesús ven ven! ¡Ven ven!
2. ¡Oh, Adonaí potente que a Moisés hablando,
de Israel al pueblo diste los mandatos!,
¡Ah, ven prontamente para rescatarnos,
y que un niño débil muestre fuerte brazo!
¡Dulce Jesús mío...!
3. ¡Oh raíz sagrada de Jesé que en lo alto
presentas al orbe tu fragante nardo!
¡Dulcísimo Niño que has sido llamado
lirio de los valles, bella flor del campo!
¡Ven, ven ven...!
4. ¡Llave de David que abre al desterrado
las cerradas puertas del regio palacio!
¡Sácanos, oh Niño, con tu blanca mano,
de la cárcel triste que labró el pecado!
¡Dulce Jesús mío...!
5. ¡Oh lumbre de oriente, Sol de eternos rayos,
que entre las tinieblas, tu esplendor veamos!
¡Niño tan precioso, dicha del cristiano,
luzca la sonrisa de tus dulces labios!
¡Ven, ven ven...!
6. ¡Espejo sin mancha, Santo de los santos,
sin igual imagen del Dios soberano!
¡Borra nuestras culpas, salva al desterrado
y en forma de niño da al mísero, amparo!
¡Dulce Jesús mío...!
7. Rey de las naciones, Emmanuel preclaro,
de Israel anhelo, Pastor del rebaño.!
¡Niño que apacientas, con suave cayado,
ya la oveja arisca, ya el cordero manso!
¡Ven, ven ven...!
8. ¡Ábranse los cielos y llueva de lo alto,
bienhechor rocío como riego santo!
¡Ven, hermoso Niño, ven, Dios humanado
luce, hermosa estrella, brota, flor del campo!
¡Dulce Jesús mío...!
9. ¡Ven, que ya María, previene sus brazos,
do su Niño vean en tiempo cercano!
¡Ven, que ya José, con anhelo sacro,
se dispone a hacerse de tu amor sagrario!
¡Ven, ven ven...!
10. ¡Del débil auxilio, del doliente amparo,
consuelo del triste, luz del desterrado!
¡Vida de mi vida, mi dueño adorado,
mi constante amigo, mi divino hermano!
¡Dulce Jesús mío...!
11. ¡Véanse mis ojos, de ti enamorados
bese ya tus plantas, bese ya tus manos!
¡Prosternado en tierra te tiendo los brazos,
y aún más que mis frases, te dice mi llanto!
¡Ven, ven ven...!
12. ¡Ven, Salvador nuestro, por quien suspiramos;
¡Ven a nuestras almas! ¡ven, no tardes tanto
¡Dulce Jesús mío...!
Acuérdate, ¡oh dulcísimo Niño Jesús!, que dijiste a la venerable Margarita del Santísimo Sacramento, y en persona suya a todos tus devotos, estas palabras tan consoladoras para nuestra pobre humanidad agobiada y doliente: “Todo lo que quieras pedir, pídelo por los méritos de mi infancia, y nada te será negado”.
Llenos de confianza en Ti, ¡oh Jesús, que eres la misma verdad!, venimos a exponerte toda nuestra miseria.
Ayúdanos a llevar una vida santa, para conseguir una eternidad bienaventurada.
Concédenos, por los méritos infinitos de tu Encarnación y de tu infancia, la gracia, de la cual necesitamos tanto.
Nos entregamos a ti, ¡oh Niño omnipotente!, seguros de que no quedará frustrada nuestra esperanza, y de que en virtud de tu divina promesa, acogerás y despacharás favorablemente nuestra súplica. Amén.
Se reza tres veces: Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, amén.
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