Este lugar tiene ‘pinta’ de todo, menos de discoteca. Por fuera parece más una casa abandonada y por dentro abundan las drogas, el licor, los actos sexuales y los excesos. Poca luz y muchos jóvenes, el problema es que todos son menores de edad.
Las autoridades de Cali se encuentran preocupadas debido a la cantidad de menores que se ven involucrados en fiestas clandestinas donde no hay ningún tipo de control. Además de los establecimientos nocturnos que permiten el ingreso de estos adolescentes.
“Si bien es un fenómeno que siempre ha estado presente, anteriormente los horarios y espacios para los menores eran controlados. En los últimos años este fenómeno ha aumentado y evolucionado, los jóvenes se citan a través de las redes sociales y realizan fiestas clandestinas”, dijo la teniente Adriana Corrales, jefe del grupo de infancia y adolescencia de la Policía de Cali.
De acuerdo con las autoridades, al interior de estas fiestas se presenta la venta y consumo de licor y sustancias psicoactivas como la marihuana, el tusi, el éxtasis, entre otros. Incluso, en algunas de estas se realizan prácticas sexuales.
“Aparte del licor y las drogas, ofrecen espectáculos sexuales, strippers, shows en lugares y establecimientos donde no está permitido el acceso de menores”, añadió la Teniente.
Según el reporte de las autoridades, las edades de los menores encontrados en las fiestas clandestinas van desde los 12 años hasta los 17. La mayoría sin permiso de sus padres o acudientes.
Un joven de 17 años, de quien omitimos su identidad por ser menor de edad, relató que la primera vez que fue a una fiesta así tenía 15 años y habían por lo menos unas 50 personas, todas menores de edad.
“Las fiestas se hacen en casas o salones, por el tema de que no dejan ingresar menores a las discotecas, pero en algunas que están en Menga y en el centro sí se han hecho. He visto pelados con 11 y 12 años en estas fiestas hasta la madrugada. A veces hay hasta relaciones sexuales, se meten a los baños o a los cuartos y ahí sucede todo, incluso delante de todos muchos se manosean, se besan entre todos”, dijo el menor.
Agregó que, la primera vez “lo que me sorprendió no fue el consumo de licor, sino que estaban repartiendo unas pastillas de colores para que nos divirtieramos más, luego me di cuenta que era éxtasis. Si me preguntas, nunca sé de dónde sale la droga, pero a todas las fiestas que he ido siempre hay alguien que está vendiendo”.
En cuanto al licor, el menor reveló que siempre mandan a quienes se ven mayores o a quienes tienen más de 18 años a comprarlo, “igual en las licoreras de los barrios casi nunca piden cédula, entonces es fácil conseguirlo, en algunas ocasiones he visto que le piden el favor a cualquier adulto que esté cerca para que lo compre”, sostuvo.
De igual manera, el menor comentó que la mayoría de los jóvenes que asisten a las fiestas no tienen permiso de los padres, simplemente les inventan donde van a estar o dicen que es una fiesta en una casa, algo tranquilo, pero lo cierto es que nunca hay supervisión de adultos o padres.
“Yo hace rato que no voy a esas fiestas, pero si he ido a unas 6 y en todas hay descontrol, no creo que los padres se imaginen lo que sucede. Uno va porque quiere distraerse, pasarla bien, compartir, ya depende de uno mismo si va a consumir o no licor o drogas”.
Puntualizó que no sabe exactamente quién organiza los eventos, pero que normalmente se comparte la información por whatsapp o grupos internos en las redes sociales. “A veces es por voz a voz. Sí sé que ahora todos están muy precavidos por los operativos de la policía, entonces se están haciendo fiestas más pequeñas”.
Precisamente, en el más reciente operativo del ‘Plan Neón’ realizado por funcionarios de la Secretaría de Seguridad de Cali, con apoyo de la Policía y el Ejército, sorprendieron a cerca de 40 adolescentes departiendo en un establecimiento nocturno sin el acompañamiento de sus acudientes.
Según el reporte de las autoridades, las edades de los menores encontrados en las fiestas clandestinas van desde los 12 años hasta los 17. La mayoría sin permiso de sus padres o acudientes.
El local, ubicado en el barrio Junín y que opera de 8:00 p.m. a 3:00 a.m., no solo había permitido el ingreso de los menores de edad, sino que además, según reportaron las autoridades, estaban vendiendo licor a estos sin ningún tipo de restricción.
De igual manera, en el mes de febrero las autoridades intervinieron una fiesta clandestina en el norte de la ciudad, donde se encontraban más de 300 menores de edad consumiendo bebidas alcohólicas y sustancias alucinógenas.
En ambos casos, luego de ser notificados, los acudientes de estos adolescentes, al ser los responsables de ellos, tuvieron que hacer presencia en el lugar y recibieron una amonestación.
Desde la Comisaría de Familia explicaron que los padres de los menores de edad que incurran en estas actividades no tendrán que responder por una sanción económica, sino que, recibirán una amonestación verbal y pedagógica según lo establecido en la ley 1098 dentro del proceso de restablecimiento de derechos.
Sin embargo, en casos puntuales donde se observe la vulneración de los derechos del niño, niña o adolescente, se puede proceder a poner el menor bajo la protección del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (Icbf).
“La Ley 1098 de 2006, en el artículo 57, establece la medida de ubicación en hogar de paso, en aquellos casos en los que los menores se encuentran en situación de riesgo, amenaza o vulneración. Esta medida procede cuando no aparezcan los padres, parientes o las personas responsables de su cuidado y atención”, indicaron.
Respecto a los establecimientos comerciales que permiten el ingreso y además les venden alcohol a los jóvenes, según el Código de Policía se debe proceder al cierre de este durante un lapso de 4 a 7 días. Igualmente, quedan notificados y en caso de reincidir en los hechos, se puede entrar a un proceso de cierre definitivo.
17 comparendos se han realizado durante el 2022 y 2023 a establecimientos de la ciudad por permitir el ingreso de menores de edad.
Para Jimmy Dranguet, secretario de Seguridad y Justicia de la ciudad, permitir el acceso a los menores a estos lugares es un acto totalmente irresponsable, ya que es exponer sus vidas al consumo de licor y alucinógenos.
“Ante este complejo panorama, las autoridades estamos atendiendo y previniendo este riesgo. Tenemos un equipo desplegado en el territorio que está en constante monitoreo, también pendiente de las redes sociales. Gracias a esa labor hemos podido desarticular varias fiestas y cerrar varios establecimientos”, indicó el Secretario.
Sin embargo, Dranguet reitero que que este deber no solo es de las autoridades, sino de los padres quienes son los primeros responsables de la vida y los actos de sus hijos menores de edad. Por eso, es importante que desde casa exista un control primario que se complementa con el que realizan en el territorio.
“Nuestra misión es proteger a la ciudadanía, garantizar la convivencia pacífica y el cumplimiento de la ley, pero lo que tiene que ver con los menores, la responsabilidad es compartida con los padres, quienes deben controlar y monitorear las actividades de sus hijos, deben saber a dónde van, por qué van, con quién van, con quienes se están comunicando, y de esta manera poder conocer los posibles riesgos a los que podrían exponerse y no se vean tal vez envueltos en actos delictivos”, preciso Jimmy Dranguet.
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