Como un logro han señalado las autoridades de Palmira que la ciudad haya dejado el ranking de las 50 ciudades más peligrosas del mundo tras ocho años integrándolo.
El informe anual de la ONG Seguridad, Justicia y Paz sacó al municipio vecino debido a que la tasa de homicidios por cada 300 mil habitantes fue de 32.76, casi dos puntos menos que la de Valencia, Venezuela, que ocupó la última casilla.
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Este es un buen índice para Palmira, que desde 2013 hizo parte del ranking sin salir un solo año. Incluso, en 2015 alcanzó el octavo puesto.
"Seguiremos trabajando para que los palmiranos puedan vivir tranquilos y esto también es favorable para nuestra economía pues nos hace más atractivos para la inversión", expresó el alcalde Oscar Escobar.
Pero no todas las noticias son buenas: aunque bajó en posiciones, Cali sigue estando en el ranking, esta vez en el puesto 43.
La capital vallecaucana tuvo una tasa de homicidios de 37,56 por cada 300 mil habitantes. Cabe resaltar que incluyeron las cifras de Yumbo, que le aportó 69 crímenes. Esto, debido a que el informe agrupa municipios aledaños que no superen los 300.000 habitantes y que conformen un núcleo jurisdiccional.
Otra ciudad colombiana que entró en el ranking fue Cúcuta, estando cuatro casillas por encima de Cali, con una tasa de homicidios de 37,75.
El informe es preocupante en México, pues de las 50 ciudades, 18 son de ese país y seis integran el top 10. Asimismo, el territorio más violento está ubicado en esta nación centroamericana.
Se trata de Celaya, ubicada en el céntrico estado de Guanajuato. Esta es por segundo año consecutivo la ciudad más violenta, debido a la altísima tasa de 109.38 homicidios por cada 100 mil habitantes.
De esta forma, en 7 de los último 10 informes, una ciudad azteca ocupa el deshonroso primer lugar, completando con 2020 el cuarto año consecutivo.
Además, Tijuana (área metropolitana), Juárez, Ciudad Obregón, Irapuato (área metropolitana), Ensenada y Uruapan integran el top 10.
De acuerdo a la ONG, esto se debe a que México ha aplicado "la peor política de control del crimen", dice.
"Por un lado, al no actuar contra los grupos criminales, principales responsables de la violencia, más que excepcionalmente, bajo la suposición de que si las fuerzas del orden no molestan a los hampones, ellos se portarán bien; por otro lado, aplicar vastos programas de subsidios con la esperanza de que los delincuentes, a cambio de ellos, dejen de delinquir", explica el informe.
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