Jóvenes que no portaban el casco pero sí máscaras, conductores que circulaban por los andenes, se cruzaban los semáforos en rojo y consumían sustancias psicoactivas o alcohol, se observaron durante la noche del 31 de octubre.
Corredores como el de la Autopista Sur, la carrera 15 y la Avenida Simón Bolívar fueron los principales escenarios en los que se desarrollaron las caravanas el lunes, a altas horas de la noche. Pese a los controles y operativos que anunció la Policía, los oficiales no fueron suficientes para controlar a las aproximadamente 400 motos que había en cada caravana.
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Según la Policía Metropolitana de Cali, entre el viernes 28 y el lunes 31 de octubre se presentaron 10 homicidios. Además, se registraron 66 capturas, se incautaron 15 armas de fuego, 27 armas traumáticas, 307 armas blancas y se realizaron 1860 comparendos por comportamientos contrarios a la convivencia.
Ante este complejo panorama, desde diferentes sectores se han propuesto algunas ideas para evitar que, en medio de las caravanas, se cometan hurtos y se ponga en riesgo la integridad de los caleños.
“Lo único que tenemos claro es que una de las opciones no es suspender o prohibir las caravanas. Lamentablemente esto ha tomado tanta fuerza en Cali, que prohibirlas será algo casi que imposible, pues han sido tan permisivos con este tema que por más que las prohíban no pasará nada”, explicó el concejal Juan Martín Bravo.
Una de las opciones que plantearon los expertos es que las caravanas se conviertan en espacios culturales y organizados, que se hagan en varios barrios de la ciudad y de los que la Alcaldía tenga el control. Sin embargo, concejales como Fernando Tamayo no están totalmente de acuerdo con esta iniciativa.
“No creo conveniente volver a generar ese tipo de debates porque se estarían legitimando estos comportamientos inadecuados y los caleños ya han expresado que no se encuentran de acuerdo con estas caravanas. Lo que hay que hacer es que la Institucionalidad dialogue con los líderes moteros para llegar a organizar este tipo de acciones”, sostiene Tamayo.
“Lo primero que tiene que ocurrir es el proceso de concertación y por eso las caravanas deben tener el mismo trato que las manifestaciones. Me parece correcto autorizarlas, pero deben tener un permiso de circulación, cumplir las normas de tránsito, no circular con parrillero hombre, especificar las horas exactas y los lugares por los que transitarán. Caravana que no cumpla con esos requisitos se debe prohibir porque es abrir una puerta muy compleja al desorden, a la anarquía y al caos. La Alcaldía se ha sentado con los motociclistas que hacen caravanas en el Kilómetro 18 y le ha prometido espacios legales, sin embargo, los motociclistas siguen realizando piques y caravanas descontroladas”, explicó el concejal Tamayo.
“Hay que desarrollar campañas pedagógicas, comparendos y hacer cumplir la Ley en toda la ciudad porque nos está haciendo falta autoridad”, añadió Juan Martín Bravo.
Sobre la propuesta de aprovechar días como Halloween y otras celebraciones en las que se realizan caravanas para desarrollar jornadas de educación vial, Tamayo no estuvo de acuerdo, pues aseguró que “la concientización vial no se debe de hacer ese día, eso se debe trabajar previamente, pues todos sabemos los lugares donde se reúnen los moteros y podemos llegar a ellos con antelación para generar y propiciar un comportamiento más acorde con las normas de convivencia. Antes de las festividades se debe preparar a la gente, generar normas claras y específicas para autorizar las caravanas y, cuando no se cumplan, actuar con Policía, Ejército y tránsito.
Los cabildantes coinciden al manifestar que en Cali debe prevalecer el bienestar de casi cuatro millones de habitantes sobre los intereses de mil o dos mil personas que quieren salir a vandalizar. El concepto de caravanas que estamos manejando en la ciudad está más asociado al vandalismo que a las manifestaciones culturales.
“El hecho de que la Policía y el tránsito acompañen este tipo de eventos ha ayudado a que se le otorgue una especie de legitimidad. Se ha creído que esto es un hecho cultural, pero lo que vimos durante el 30 y 31 de octubre sobrepasa las expectativas de lo que se conoce como una caravana. Por este motivo considero que muy pronto hay que comenzar a colocarle límite a estas acciones”, señaló la concejala Ana Erazo.
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