La historia de un joven migrante venezolano que logró integrarse con la comunidad caleña a través de la animación teatral.
En territorios donde persisten las problemáticas sociales, el teatro comunitario se posiciona como una herramienta que integra, sensibiliza y transforma a las personas. Ya que por medio de estrategias y actividades lúdicas se forman niños y jóvenes con pensamiento crítico y capacidad de liderazgo.
Gregory Tovar es un joven migrante venezolano que ha sido testigo del impacto positivo que el teatro ha generado en su vida, pues por medio de este arte ha podido integrarse con la sociedad y encontrarse a sí mismo.
“El teatro para mí significa volver a tener autoestima, es integrarme con personas y poder interpretar a otro personaje, es ser feliz”, afirmó Gregory.
La historia de este joven inicia desde el 2019, año en el que llegó de Venezuela con sus padres por la situación socioeconómica del vecino país. Para ese entonces, Gregory se recuerda como un joven introvertido y con poca capacidad de crear amistades.
Fue gracias a su madre que se vinculó en el 2021 al grupo de teatro llamado ‘Arriba el telón’, en el barrio Terrón Colorado de la Comuna 1, de Cali. Desde ese entonces, su vida dio un giro.
“Al principio yo estaba muy nervioso porque era mi primera vez en el teatro y además porque llevaba un año en virtualidad sin relacionarme con nadie, pero al cabo de una semana, me sentía más adaptado”, dijo el joven.
A su turno, la animadora del teatro (nombre que se le da a los profesores), Yury Marín, contó que cuando Gregory ingresó tenía muchas dificultades y barreras.
“Recuerdo que él nos contó que vivió mucho bullying en su colegio solo por el hecho de ser venezolano y hablar con acento. Cuando él llegó al grupo yo empecé a notar esos muros y esas dificultades para poder relacionarse. Siempre estaba como a la defensiva pensando, de pronto, que se le iba a tratar igual. Sin embargo, y a medida que fue interactuando con el grupo de teatro se desenvolvió y se dio cuenta que estaba en un espacio donde se le daba acogida, protección y no era juzgado ni señalado por ningún motivo”, comentó Yury.
Pese a los miedos y las incertidumbres, Gregory pudo encontrar a través de la representación y caracterización del personaje un lugar donde podía expresarse y fluir con seguridad.
Arriba el telón es uno de los grupos que pertenece al programa: Jóvenes, Teatro y Comunidad de Esquina Latina y su objetivo es llevar el arte a territorios donde persiste la marginalidad y las problemáticas sociales.
“Nosotros hacemos teatro buscando siempre el reconocimiento del territorio, entonces las actividades y ejercicios que realizamos durante las sesiones de teatro están enfocadas al reconocimiento del sector. Hacemos análisis de la realidad e identificamos lo que está pasando a través de historias y anécdotas. A partir de esto, hacemos ejercicios de improvisación, escritura, cuentos que se asemejen y actividades lúdicas para generar vínculos de confianza y afectividad entre los participantes”, aseguró Yury Marín.
Actualmente, Gregory lleva tres años en el teatro y su crecimiento ha sido notorio, su animadora afirmó que ahora es un joven extrovertido que ha mostrado liderazgo dentro del teatro lo que le ha llevado a presentar varias obras ante el público.
Este joven hace parte de las 106 personas migrantes venezolanas que se han vinculado en los últimos tres años al programa de Jóvenes, Teatro y Comunidad de Esquina Latina. Una cifra que se suma a los 400 ciudadanos que también están vinculados a este programa.
El caso de Gregory es un ejemplo significativo de las estrategias de integración que ha implementado Esquina Latina en alianza con el Proyecto Integra de USAID.
Ambas organizaciones han desarrollado un proyecto denominado: ‘La Animación Teatral: una estrategia para la cohesión social’, el cual busca disminuir los índices de xenofobia en la ciudad, por medio de metodologías estratégicas como los ‘Mapas Andantes’ (actividad que se realizó el año pasado en 20 barrios de seis comunas de la ciudad) y la ‘Colcha de Retazos’ que promueve la participación cultural y la transformación de imaginarios sociales que existen entre la población migrante y la comunidad caleña.