El diario The New York Post publicó este fin de semana declaraciones completamente desconocidas de los agentes retirados de la DEA Steve Murphy y Javier F. Peña.
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Escobar tenía en su poder cartas de madres que le ofrecían a sus hijas para que tuviera sexo con ellas, cita New York Post.
También, el capo tenía un armario en el que guardaba lencería de encaje y “juguetes sexuales, incluso vibradores”.
La revelación la hacen los exfuncionarios en su nuevo libro titulado ‘Manhunters: How We Took Down Pablo Escobar’ (‘Cazadores: Cómo atrapamos a Pablo Escobar’, en español), en el que cuentan detalles de la operación de búsqueda en contra del capo colombiano y en la que participaron activamente.
Adicional a las cartas de las madres para ofrecer a sus hijas, los agentes contaron a ese medio que estuvieron presentes en ‘La Catedral’, la cárcel que construyó Pablo Escobar con lujos y con sus guardias de confianza. Según dicen, a su arribo encontraron que el capo tenía dibujos animados (satíricos) sobre Estados Unidos y juguetes sexuales.
De acuerdo con Peña, los agentes también encontraron allí televisores, refrigeradores y un sistema de sonido muy lujoso. Además, dijo que el capo colombiano nunca dormía más de dos noches consecutivas en ese mismo lugar.
“Usaba cabañas cercanas para las fiestas y alternaba el sueño en cada una de ellas”, detalló Peña a New York Post.
Sumado a esto, el agente de la DEA relató un particular gusto que tenía Escobar por los baños lujosos.
“Cada vez que allanábamos una casa de seguridad que usaba Escobar, siempre encontrábamos un cuarto de baño curiosamente brillante con accesorios nuevos”, relató a ese mismo medio estadounidense.
Además de los que aseguran los agentes, desde hace varios años se conocen los gustos y en qué se gastaba la plata el capo más peligroso de la historia de Colombia. Varios detalles los dio a conocer en un libro su hijo Juan Sebastián Marroquín y tienen que ver con sus excentricidades.
Por ejemplo, según el heredero del narcotraficante, su padre realizaba fiestas temáticas que eran del gusto de su madre. Entre lo que más recuerda se destacan los disfraces, que eran elaborados por un grupo de sastres y costureros que diseñaban trajes únicos para los invitados.
En su libro, Juan Sebastián también cuenta que, cuando estaba pequeño, el capo le regaló un cofre con algunas de las cartas de amor (originales) que la misma Manuelita Sáenz le escribió a nada más y nada menos que el libertador Simón Bolívar.