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María Isabel Belalcazar es una mujer adulta mayor de talla baja y de tez trigueña, quien prácticamente nació y se crió en los alrededores del Cementerio Central de Cali, en donde un kiosko ha sido su casa de toda la vida.
Esta mujer, madre soltera, aparte de vender los fines de semana flores y lápidas, decidió cuidar todas las noches estos puestos para así ganar un poco de dinero extra que le sirve para su sustento diario.
Pero en medio del frío de las noches y acompañada de 'Capulina', su mascota, la cual dejaron abandona en la puerta del cementerio y que ella adoptó, dice que no le da miedo quedarse sola y sentada en una silla cuidando a los 'muertos' y principalmente a los kioscos de venta, que es por lo que le pagan. Eso sí, manifiesta que ha escuchado historias que le han puesto la 'piel de gallina'.
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Una de esas historias y que le sucedió hace poco, fue la que le comentó un amigo suyo que trabaja muy cerca del sector y quien le manifestó que al pasar por la puerta del cementerio, se saludo de "buenas noches" con un vigilante que supuestamente estaba en el interior del recinto de paz.
Después del cordial saludo con el supuesto vigilante, el amigo de María se le acercó y le comentó que había saludado al vigilante que estaba dentro del campo santo, a lo cual ella con cara aterradora lo miró y le dijo: "noo, cual vigilante, si ahí adentro del cementerio no hay nadie, a lo mejor fue un anima que te saludo y por lo cual debes de rezarle ya que seguramente no cumpliste con alguna promesa", comentó María Isabel.
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Pero después de contar esta espeluznante historia, la mujer volvió a su puesto de trabajo donde una silla, cobija y gorra azul, la esperaban para continuar con su vida nocturna al lado de su termo de café.
Finalmente, María se despidió y siguió cuidando lo que para ella y su familia, ha sido el sustento de toda una vida aunque ya su querida madre no exista.