Así cuida la Fundación Valle del Lili el medioambiente en tiempos de pandemia

Desde marzo, cuando el Covid-19 impuso una nueva realidad global, en la Fundación Valle del Lili se asumió el compromiso con la vida en dos escenarios: el médico, y el de la sostenibilidad y conservación. La madurez alcanzada en su sistema de gestión ambiental, y la definición de políticas coherentes con la ecología, se reflejan hoy en la capacidad de respuesta y adaptación a las problemáticas generadas por la pandemia.

“Desde el programa de ‘Compras Verdes’, por ejemplo, se buscaron batas quirúrgicas lavables, que fueran antifluidos y que tuvieran un desempeño igual o similar a las batas desechables. Hubiese sido muy crítico ambientalmente consumir batas que se usaran y botaran”, explica Mónica Lisett Castaño Tovar, coordinadora de Gestión Ambiental y Saneamiento de la Fundación Valle del Lili.

La compra inicial de más de diez mil unidades de esas batas, conllevó entonces un reto para el área de lavandería de este hospital universitario y la solución estuvo en la creación de una fórmula especial de lavado. “La supervisora de lavandería, María Claudia Vallecilla, se ideó una fórmula que pudiera destruir el SARS-CoV-2, que pudiera desinfectar la ropa en un menor tiempo, y con menos químicos. Es una medida de resiliencia que generó un ahorro económico, en tiempo, en agua, y en impacto ambiental”, cuenta Mónica Lisett Castaño Tovar. De esta manera 36.000 batas desechables dejaron de ser arrojadas a la basura. Hoy, 1.200 batas reutilizables son lavadas diariamente en la lavandería, generando así un menor impacto ambiental y un menor sobrecosto institucional.

"En Gestión Ambiental logramos que en cada proceso de la institución se actúe con conciencia ambiental".

Luis Fernando Rueda, jefe del Departamento de Mantenimiento y Medio Ambiente.
El programa de Visores Ambientales prepara a personal de todas las áreas de la Fundación Valle del Lili para que repliquen las buenas prácticas ambientales y promuevan la conciencia ecológica. Foto: Raúl Palacios / Q'hubo

Cultura empresarial

Para Luis Fernando Rueda, jefe del departamento de Mantenimiento y Medio Ambiente, al contar con un departamento de gestión ambiental, los procesos médicos, asistenciales, administrativos, de compras y mantenimiento, se articulan en el concepto de ‘hospital verde’, logrando reducir el impacto negativo en la comunidad y en el planeta: “El impacto que tiene el hospital es transversal, es decir, todas las áreas tienen que ver con la gestión medio ambiental. Nosotros tenemos unos procesos de evaluación en todos los campos”.

Esa ‘cultura verde’ instalada ha sido esencial para responder a los retos que la pandemia trajo consigo. “Se basa en unos procesos fuertes de capacitación, buscando el aprendizaje continuo de nuestra gente. Desde el momento en que nuevo personal ingresa a la Fundación Valle del Lili, estamos presentes en los procesos de capacitación y hemos logrado que la cultura del cuidado ambiental esté presente en todos los departamentos, para que todas esas políticas queden interiorizadas en la mayoría de los trabajadores”, destaca el jefe del departamento de Mantenimiento y Medio Ambiente, Luis Fernando Rueda.

La Fundación Valle del Lili estableció un modelo de compra de jeringas solas, reduciendo el desecho de agujas sin usar. Foto: Raúl Palacios / Q'hubo

La hoja de ruta

Otros pasos no menos importantes del compromiso medio ambiental asumido por la Fundación Valle del Lili, y que en el tiempo de pandemia se reforzaron, son los del camino que recorren para no regresar a prácticas que generen contaminación.

“En nuestro hospital hemos definido unos criterios de compras sostenibles que tienen unas políticas claras: somos un hospital libre de mercurio y somos un hospital 99% libre de cloro. Continuamos desinfectando con peróxido de cloro y amonio cuaternario a pesar de que sea un poco más costoso”, dice Mónica Lisett Castaño Tovar, coordinadora de Gestión Ambiental y Saneamiento.

Haber adoptado políticas ambientales desde hace varios años, se convirtió en una hoja de ruta. Pertenecer desde el 2015 y de forma activa a la ‘Red de Hospitales Verdes y Saludables de Salud Sin Daño’, por ejemplo, preparó el camino para momentos críticos, justamente como los desencadenados por el Covid-19. Y la ‘Guía de compras verdes’ que desarrolló la Fundación Valle del Lili, fue publicada y replicada en otros hospitales en el mundo.

Compras verdes

Para Susan Wilburn, directora de Sostenibilidad en ‘Salud Sin Daño’, la Fundación Valle del Lili ha demostrado liderazgo y compromiso con la agenda de sostenibilidad: “Si bien nuestra misión en el hospital es brindar atención a los pacientes para promover y proteger la salud primero, también es cierto es que el hospital produce una gran cantidad de desechos y a través de sus actividades contribuyen a la degradación ambiental”. Por eso es tan importante, dice, que más hospitales se unan a la red y comiencen a actuar. Y usa el ejemplo del proceso de ‘compras verdes’ que realiza la Fundación Valle del Lili, a través del cual buscan productos reutilizables por encima de los desechables.

“Hemos trabajado con la Fundación Valle del Lili para implementar máscaras reutilizables en cirugía. La máscara anestésica generalmente está hecha de un químico tóxico, cloruro de polivinilo o vinilo, y es desechable. En la Fundación Valle del Lili lograron encontrar otro material que permite esterilización y se puede reutilizar hasta cien veces. Con este caso de estudio se pudo evaluar el costo del producto y el ahorro que puede generar”, cuenta la directora de Sostenibilidad en ‘Salud Sin Daño’.

La planta de tratamiento de agua utiliza una tecnología que no necesita el uso de cloro para su desinfección. Foto: Raúl Palacios / Q'hubo

Agua ‘hecha’ en casa

Un hospital se mueve como una industria. Además del recurso humano, que es su corazón, depende de máquinas y de procesos de producción como el de lavandería. Pero esa industria, en ese caso, cada vez funciona más sincronizada con el concepto de ‘hospital verde’.

Y por ello la Fundación Valle del Lili ahora cuenta con una planta autónoma de agua potable. “En esa búsqueda de alternativas y tecnologías no convencionales aparece esta, una tecnología con procesos avanzados de oxidación por ozono, que garantiza que el agua que damos a nuestros pacientes y a usuarios, esté libre de organoclorados. De esta manera tenemos un agua de excelente calidad. El proyecto del acueducto privado tiene dos finalidades: minimizar los costos del agua producida, y tener una autonomía en caso de que la ciudad se vea afectada por alguna merma. Nosotros somos autónomos y podemos garantizar que los procesos no se van a parar”, subraya Luis Fernando Rueda, jefe del departamento de Mantenimiento y Medio Ambiente. La Fundación Valle del Lili no se detiene en su lucha por la vida. Hoy más que nunca, su compromiso es con el planeta.

Redacción Q'hubo Cali

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