Seguramente nadie durmió anoche en el Can Barsa, luego de la forma trágica en la que murió una generación de dominio culé no sólo en Europa, sino en el mundo.
Desde este lado del charco, donde también lloramos la tragedia en Lisboa, donde el Bayern Munich aplastó 8-2 al club Barcelona en los cuartos de final de una Champions en pandemia, imaginamos que a esa misma hora los directivos se reunían de emergencia para tomar la decisiones más duras y dolorosas de toda su historia: darle cristiana sepultura a una era blaugrana.
El partido en Lisboa significa, sin duda, el remate, el final de una era estilística del Barcelona. Se que es un equipo muy grande para sucumbir institucionalmente a un solo partido por más abultado que sea (el Real Madrid también ha perdido por goleada en Champions). Pero el Barcelona es un equipo fatigado idelógicamente: salir jugando desde atrás, dominando, con el toque toque, con el tiqui taca que en las dos primera décadas de este siglo significó para los culés una eclosión de fútbol y los volvió grandes en el concierto futbolístico mundial.
Hay una falsa ideología escrita en piedra de que así tiene que jugar siempre el Barsa. Entonces, a los técnicos y a los jugadores los buscan con esa idea, desechando enormes talentos o destruyendo otros que no alcanzan a interpretarla.
Pero el fútbol evolucionó en los últimos tres años: es más físico, más colectivo. Incluso, los números en el dorsal ya no importan: que el 10, que el 11, que el 9, que el wing wing, que el alero. Eso es historia, están mandados a recoger (ya hay camisetas con el 99), ya hay otro fútbol y creo que el Barcelona debe evolucionar también con esos tiempos, y buscar jugadores y técnicos que le den esa caraterística del fútbol total, físico, vertical, agresivo.
En Lisboa, el Bayern lo desbordó sin niguna duda por su fortaleza, fuerza física, su táctica, su fundamentación y su visión de futuro.
Como hincha del Barsa y adorador de Messi, quien debería irse ya para cuidar su gloria bien ganada, solo Gracias a un equipo que ha ganado tanto, todo y por tanto tiempo. Se les olvida a quienes hoy se gozan su amarga derrota (tienen derecho, qué carajos), no pueden olvidar que en las dos últimas décadas, ha habido dos claros dominadores de la escena futbolística europea y mundial: Barcelona y Real Madrid, quienes han ganado las tres cuartas partes de todos los trofeos y todos los campeonatos disponibles. Eso no se discute. Pero nada es para siempre. El Barsa tampoco.
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