El PAOK consiguió este domingo la tercera Liga de su historia y fue de las más especiales. Primero, porque rompía una sequía que alcanzaba ya los 34 años, y segundo, porque además lo conseguía invicto tras 25 victorias y cuatro empates.
Más allá del título, dejó una bonita historia: la entrada testimonial al campo de su capitán Vieirinha con el cruzado roto desde hacía menos de una semana para jugar los últimos segundos con el brazalete puesto y levantar el título de campeón de Liga.
Cuando el reloj de La Tumba marcaba el minuto 91 y el 5-0 en el marcador que sentenciaba la Liga el cuarto árbitro levantó el cartelón. Razvan Lucescu gastaba su último cambio.
En primer lugar, para salir, aparecía el número de Pelkas y después, el del jugador que entraba, Vieirinha, capitán del PAOK que se rompió el ligamento cruzado de la rodilla derecha la jornada anterior pero al que permitieron entrar para que luciera el brazalete, disputara los últimos segundos y así, levantar el trofeo de campeón de Grecia.
Entre una ovación de todo el estadio, el portugués entró al campo y luego levantó la Copa, desatando una celebración espectacular en la Tumba, que no celebraba un título de Superliga Griega desde 1985.
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