El inglés Harry Kane iba a ser el primer capitán en lucir ese símbolo contra la discriminación pero finalmente saltó al césped del estadio internacional Khalifa con un brazalete oscuro con el mensaje: "No Discrimination" (No a la discriminación), autorizado por la FIFA.
Antes del inicio del segundo día de competición, los jugadores de Irán y de Inglaterra protagonizaron una sucesión de mensajes con tintes políticos.
Impasibles y con semblante serio, los 11 titulares de Irán se negaron a cantar el himno nacional de un país que vive desde hace dos meses una ola de protestas contra el estricto régimen iraní.
Durante la semana, el capitán del equipo, Alireza Jahanbakhsh, avanzó que el vestuario decidiría "colectivamente" si cantar o no el himno como señal de apoyo a las víctimas de las protestas desencadenadas por la muerte en septiembre de la joven Mahsa Amini, una kurda iran detenida por violar el estricto código de vestimenta que obliga a las mujeres a llevar el velo en público.
Algunos deportistas iraníes han optado por no cantar el himno nacional ni celebrar sus triunfos en apoyo de los manifestantes.
La propia selección iraní ya había rechazado cantar el himno durante la previa de un amistoso de preparación en Austria contra Senegal (1-1) el pasado 27 de septiembre.
Con los dos equipos ya situados sobre el terreno de juego, los jugadores ingleses hincaron la rodilla en el césped durante unos segundos, en una acción de protesta contra el racismo y la discriminación extendida a nivel global.
El Mundial de Catar, que depara también el lunes los choques entre Senegal y Países Bajos y entre Estados Unidos y Gales, sigue marcado por ahora por los temas extradeportivos a pesar de la demanda de la FIFA a los equipos a "concentrarse en el fútbol".
Las amenazas de sanción por parte del organismo rector llevaron el lunes a que siete selecciones europeas dieran marcha atrás en su intención de que sus capitanes portaran el brazalete arcoíris "One Love".
A solo tres horas del inicio de la jornada, Inglaterra, Gales, Bélgica, Dinamarca, Alemania, Países Bajos y Suiza renunciaron al gesto por temor a que sus capitanes fueran castigados con una tarjeta amarilla y recalcaron que se sienten "frustrados" por la inflexibilidad de la FIFA.
"Estábamos listos a asumir multas aplicables en caso de no respetar las reglas sobre las equipaciones y estábamos muy comprometidos sobre ese brazalete. Pero no podemos poner a nuestros jugadores en una situación en la que puedan ser amonestados, e incluso tener que abandonar el terreno" (en caso de una segunda tarjeta amarilla), justificaron las federaciones.
La FIFA, que consideraba esta acción como una crítica enmascarada hacia el país anfitrión, reaccionó al desafío ofreciendo el sábado sus propios brazaletes de capitán, con mensajes más consensuados como "Salva el planeta", "Educación para todos" o "No a la discriminación".
Desde su designación para organizar el evento en 2010, Catar ha sido blanco de fuertes críticas, que se han intensificado aún más con la proximidad del torneo, sobre todo en materia de derechos humanos, en particular las personas LGBTQ+ y los migrantes que trabajaron en las obras del Mundial.
Después de una primera jornada con solo un partido, Catar-2022 ofrece el lunes un menú de tres juegos con el regreso mundialista de Gales de Gareth Bale, ausente desde 1958, que enfrentará por el Grupo B a Estados Unidos, que no clasificó para Rusia-2018.
Por su lado, Senegal, campeona de África, y Países Bajos cerrarán la primera jornada del Grupo A.
Los africanos tratarán de superar el golpe por la ausencia del lesionado Sadio Mané mientras que el técnico neerlandés Louis Van Gaal tampoco podrá contar este lunes con el delantero Memphis Depay.
Por primera vez en un Mundial moderno, los partidos del lunes se van a disputar en un perímetro muy reducido con solo un puñado de kilómetros separando los tres estadios.
¿Cómo van a gestionar las autoridades cataríes esos flujos de personas inéditos en un país de menos de tres millones de habitantes?
Luego de numerosas polémicas extradeportivas antes del torneo, la jornada tiene valor de examen final para los transportes del pequeño emirato del Golfo, del aeropuerto internacional Hamad a las tres líneas de metro, pasando por las largas autopistas urbanas trazadas entre los rascacielos de Doha.
Será también un test crucial para el dispositivo de seguridad con la llegada de los efervescentes seguidores ingleses, que se vieron privados de cerveza en el estadio en la entrada en liza de los 'Three Lions' contra Irán.
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