La voz de Stella Labrada Vélez es fuerte y animada, pero a sus 62 años, después de tener una segunda oportunidad de vida gracias a un trasplante, se quiebra un poco cuando dice, “a ella siempre la he llamado ‘mi corazoncito’, por ser la menor de mis hijas”.
En noviembre de 2022, cuando la diagnosticaron con cirrosis hepática, y le informaron que solo un trasplante de hígado podría evitar que su condición se agravara, Stella no pensó que su oportunidad de recuperar la salud llegara tan pronto, y de la mano de Ana María, su hija de 28 años, quien no dudó en ofrecerse como donante cuando supo que en la Fundación Valle del Lili era posible realizar un procedimiento de donación y trasplante hepático con donante vivo, entre personas adultas.
“Pero ahora ya no la llamo así, cada vez que nos encontramos le digo que ella es ‘mi higadito’ y le doy un abrazo”, dice Stella, mientras sonríe y mira a su hija.
Los procesos de donación y trasplante, en su mayoría, dependen del altruismo de familias que en un momento de duelo por la pérdida de un ser querido, acceden a que sus órganos sean trasplantados a pacientes que esperan, a veces mucho tiempo, la disponibilidad de un órgano en particular que pueda devolverles la salud. Sin embargo, los índices de donación en Colombia no son los mejores para garantizar que todas las personas en lista de espera reciban a tiempo un trasplante.
En Colombia, la tasa de donación es de 6,4 donantes por millón de habitantes, una cifra que se ha incrementado en los últimos años, pero que sigue siendo insuficiente, y de las más bajas a nivel internacional. Solo en España, con una densidad poblacional similar a la colombiana, su tasa de donación supera los 40 donantes por millón de habitantes.
De esto se deduce que, en nuestro país, entre el 20% y 30% de los pacientes, en lista de espera por un órgano, puedan fallecer antes de ser trasplantados.
Cuando Ana María Rosales Labrada fue informada de que su madre necesitaba un trasplante de hígado, estaba muy consciente de los índices de donación en Colombia, y el riesgo que implicaba entrar a una lista de espera.
Como explica la doctora Diana Marcela Escobar, especialista en medicina interna y hepatología en la Fundación Valle del Lili Hospital Universitario, “la cirrosis lastimosamente no tiene tratamiento curativo, por lo que el trasplante de hígado es la única opción para que el paciente recupere la salud. Sin el trasplante, la cirrosis es una enfermedad terminal, por eso si doña Stella no se hubiera trasplantado, en poco tiempo habría empezado a tener mayores complicaciones”.
Debido a un diagnóstico temprano, cuando la enfermedad aún no afectaba de forma severa a la paciente, el equipo de hepatólogos de la Fundación Valle del Lili, formado por el doctor Sebastián Díaz, médico tratante de Stella, el doctor Diego Jiménez, jefe del servicio de Hepatología, y la doctora Diana Marcela Escobar, analizaron el caso en profundidad con el objetivo de plantear una alternativa innovadora para la que venían preparándose desde hace varios años.
De esta forma, en acuerdo con la Unidad Funcional de Donación y Trasplantes de la institución, un equipo multidisciplinario de médicos especialistas consideró que la paciente era una candidata ideal para realizarle un trasplante de hígado con donante vivo, el primero en su tipo dentro de esta institución de salud.
Así se lo informaron, aclarándole que tenía una primera opción, que era entrar en lista de espera y, la alternativa, que se trataba del trasplante a partir de donante vivo, para lo cual debía contar con una persona adulta, familiar cercano, que voluntariamente decidiera ser donante. Puesto que Stella siempre estuvo acompañada de Ana María en las consultas médicas, desde el primer momento, su hija se ofreció como donante viva.
“El doctor me dio las dos opciones, trasplante de donante cadavérico o de donante vivo, pero cuando mi hija escuchó eso, allí mismo le dijo: ‘doctor, yo quiero ser la donante’. En un principio no me sentí bien, porque aun estando de acuerdo con la donación, tenía mucho temor de que por culpa mía le pasara algo a ella. Yo tengo tres hijos, todos se ofrecieron, pero Ana María fue la más insistente y finalmente accedí, confiando en la voluntad de Dios”.
“Donar es el acto de amor más grande que puede tener una persona. Es la bondad de las familias que acceden a donar los órganos de un ser querido, en medio del duelo. La generosidad inigualable del donante que cede una parte del hígado a quien ama”.
Dra. Diana Marcela Escobar, hepatóloga clínica
Para Ana María la decisión estaba clara, “como mi madre no estaba en estado crítico, y otras personas que están más graves tienen prioridad en la lista de espera, puede ser muy dispendioso esperar, y yo no quería que ella tuviera una descompensación y sufriera más, llegando a un estado quizá irreversible, entonces la mejor posibilidad era realizar el trasplante con donante vivo”.
De inmediato, el hepatólogo tratante solicitó una prueba de compatibilidad sanguínea entre madre e hija, que salió positiva. Así se empezó un protocolo para la paciente receptora y la donante, que se alargó por varios meses hasta el lunes, 17 de abril de 2023, cuando en una intervención quirúrgica que superó las 9 horas, una hija dio vida a su madre.
Una persona puede ser donante en vida para varios órganos, pero los más desarrollados en el mundo son los de hígado y riñón. Los trasplantes renales con donante vivo son procedimientos con amplio registro y desenlaces positivos a nivel global, igualmente los trasplantes hepáticos con donante vivo.
No obstante, el trasplante de hígado con donante vivo para adultos, es un procedimiento de complejidad mayor. Solo Unidades de Donación y Trasplante con larga experiencia, dotadas de la mejor infraestructura, tecnología avanzada, y con equipos de especialistas de alto desempeño, como la Fundación Valle del Lili, pueden implementarlo con garantías de éxito en sus servicios.
A nivel nacional, solo dos instituciones médicas realizan trasplantes hepáticos a partir de donante vivo para adultos. Actualmente la Fundación Valle del Lili es la única con este servicio en el suroccidente colombiano.
En el caso de Stella y Ana María, explica la doctora Escobar, se logró realizar el trasplante con muy buenos resultados, gracias a que “la persona donante, siendo una mujer sana y alta, tenía un volumen hepático que le permitía compartir una parte considerable de su hígado sin comprometer su salud y las funciones que este órgano desempeña en el organismo”.
De hecho, como asegura la hepatóloga, debido a la naturaleza regenerativa de las células hepáticas, “cuando a una persona se le extrae una parte de su hígado, a los pocos meses, este vuelve a crecer, tomando el tamaño que tenía originalmente, por lo que los donantes pueden llevar una vida saludable y con normalidad”.
Después de cinco días en UCI y otros quince en recuperación, Stella volvió a su vida cotidiana, mientras que Ana María, como donante, salió recuperada a los seis días.
“Mejoré en poco tiempo, yo antes estaba muy decaída física y anímicamente, mi voz estaba apagada, pero después del trasplante la he recuperado, y me siento muy bien, doy gracias a Dios y a mi hija que insistió tanto para que realizaran este procedimiento”, expresa la paciente.
Por su parte, la hija y donante, manifiesta que “la Fundación Valle del Lili nos generó confianza desde el primer momento, siempre estuvieron acompañándonos en todo el protocolo, por un lado, los médicos aclarando cada duda sobre la cirugía, y además tuvimos apoyo psicológico, de tal forma que nos sentimos seguras de estar en las mejores manos y así fue el resultado”.
“Me siento muy feliz de que este procedimiento sea una realidad, ahora muchas personas con enfermedades hepáticas podrán beneficiarse, confío en que siempre habrá un familiar que como yo decida ser donante, y así brindarles más tiempo y mejor calidad de vida a esos seres que tanto queremos”, concluye.
Hace 12 años, el doctor Luis Armando Caicedo Rusca, médico fundador de la Unidad Funcional de Donación y Trasplante de la Fundación Valle del Lili, junto al doctor Diego Fernando Jiménez Rivera, jefe del servicio de Hepatología de esta misma institución, viajaron a Japón con una misión trascendental, aprender un procedimiento alternativo para realizar trasplantes a partir de un donante vivo, que ayudara a contrarrestar los bajos índices de donantes cadavéricos.
“Estuvimos en el hospital de la Universidad de Tokio y en el de la Universidad de Kyoto, él como cirujano y yo como hepatólogo, observando y aprendiendo cómo los especialistas japoneses, líderes mundiales en este procedimiento, hacían el trasplante hepático con donante vivo. Se trató de un entrenamiento que nos facultó para pensar en la posibilidad de hacer lo mismo en Colombia”, recuerda el doctor Jiménez Rivera.
Desde ese momento, la Fundación Valle del Lili comenzó a recorrer un camino de crecimiento, en el que se fueron implementando mejoras de infraestructura, logísticas, tecnológicas, así como formando un equipo multidisciplinario de especialistas en hepatología y cirugía abdominal de alto nivel, cuya experiencia respondiera a las exigencias de un procedimiento como el trasplante hepático para adulto con donante vivo.
Todo el desarrollo médico e institucional propició que el pasado 17 de abril, de 2023, se realizara el primer trasplante hepático con donante vivo, entre dos personas adultas. Stella Labrada Vélez, de 62 años, diagnosticada con cirrosis hepática, fue la paciente receptora, y su hija Ana María, de 28 años, la donante viva. Se trata de un hito en la historia de la Fundación Valle del Lili, que potencializa la importante labor de la Unidad Funcional de Donación y Trasplantes.
“La importancia de empezar a realizar estos procedimientos, es que nos permitirá tener una mayor disponibilidad y oportunidad para trasplantar a los pacientes que están en lista de espera de un hígado, y que cuentan con un familiar que sea apto para donar. Esto será determinante para aumentar el número de trasplantes a personas que antes no podían acceder a este procedimiento, porque no estaban lo suficientemente graves para ser una prioridad en la lista de espera, o porque estaban tan enfermos que no sobrevivirían hasta cuando se encontrara un donante cadavérico que los beneficiara. Confiamos en que de esta forma, muchas personas tendrán su oportunidad de recuperar la salud a tiempo”, apunta el jefe del servicio de Hepatología de la Fundación Valle del Lili.
Por su parte, el doctor Óscar Javier Serrano Ardila, cirujano de trasplantes de órganos abdominales, de la Fundación Valle del Lili, y quien estuvo al frente de este procedimiento, asegura que “solo cuando el equipo médico adquirió toda la experticia necesaria decidimos implementar esta alternativa de donación y trasplante, para que más personas puedan acceder al trasplante de hígado con mayor prontitud, puesto que así evitamos que los pacientes se deterioren en la lista de espera”.
La Fundación Valle del Lili abrió su Unidad Funcional de Donación y Trasplantes en el año 1995, en primer lugar, realizando trasplantes renales con donantes vivos y cadavéricos. Al año siguiente, iniciaron los trasplantes hepáticos con donante cadavérico, y con donante vivo solo en pacientes pediátricos. De forma progresiva y cada vez más especializada, se fueron sumando nuevos procedimientos para trasplantes de diferentes órganos y tejidos, logrando que esta institución vallecaucana esté entre las IPS con mayor número de trasplantes realizados en Colombia anualmente.
En cuanto a los trasplantes hepáticos con donante vivo, la Fundación Valle del Lili ya tenía una amplia experiencia con pacientes pediátricos, lo que allanó el camino para el procedimiento con adultos.
“Los trasplantes hepáticos de donante vivo para los niños, son algo que llevábamos haciendo bastante tiempo y con muy buenos resultados, además tuvimos la oportunidad de trasplantar menores de edad con talla y peso similar a la de un adulto, por eso fue que empezamos a explorar la posibilidad de ir al donante vivo con pacientes mayores”, explica la doctora Diana Marcela Escobar, médica hepatóloga de la Fundación Valle del Lili.
De hecho, el 13 de abril de este año, se realizó un trasplante hepático con donante vivo en un adolescente de 13 años, que pesaba más de 55 kg, es decir, el peso de un adulto promedio. La donante fue la madre del menor, de quien tomaron una fracción amplia de hígado, sin afectar su salud.
En el caso de la paciente Stella, de 62 años y con un peso de 48 kg, el cirujano extrajo cerca del 70% del hígado de su hija para trasplantarlo. Esto fue posible debido a que la donante tenía una estatura y peso adecuados para que al quitarle esta fracción, el hígado restante pudiera cumplir sus funciones y regenerarse.
“El reto que superamos con este procedimiento es que tenemos la capacidad de predecir qué volumen de hígado extraer al donante sin que vaya a quedar con problemas hepáticos. Gracias a nuestra experiencia y los equipos tecnológicos avanzados que nos apoyan, lo hemos logrado”.
Dr. Diego Fernando Jiménez Rivera, jefe del servicio de Hepatología
El trasplante hepático con donante vivo para un adulto es, como lo describe el doctor Serrano Ardila, “un procedimiento de complejidad mayor, más exigente que un trasplante pediátrico, debido precisamente a la volumetría y las medidas antropométricas del paciente.
Es decir, normalmente cuando se hace un trasplante de donante vivo en pediatría, se requieren volúmenes del hígado muy pequeños, dos segmentos del lóbulo izquierdo, el lado más reducido del órgano, que se toman de una persona adulta, mucho más grande físicamente que el paciente. Por lo general, los niños que requieren trasplante, tienen un peso por debajo de los 10 kg, para lo que una cantidad pequeña de hígado es suficiente”.
En este sentido, el donante está menos expuesto a complicaciones. Mientras que, “en un trasplante entre adultos, el peso del donante y el paciente receptor se equiparan mucho, de modo que es necesario tomar volúmenes mayores de hígado, es decir, porciones más grandes. Para lo cual, desde el equipo quirúrgico, debemos plantear una intervención muy detallada y de gran precisión, basándonos en la anatomía particular del hígado del donante”, aclara el cirujano.
Para lograr este nivel de precisión, garantizando la seguridad del donante y el paciente receptor, los especialistas se basan en modelos del hígado tomados de ecografías que muestran la parte externa, pero el principal estudio para conocer en profundidad la composición del órgano es la angiotomografía trifásica de hígado.
Según el cirujano de trasplantes de la Fundación Valle del Lili, este estudio “es el que nos permite ver todas las estructuras vasculares dentro del hígado, tanto la arterial, como la portal y la venosa. Con esta imagen podemos calcular por dónde se realiza el corte durante la cirugía, definiendo la cantidad de hígado que le quedaría al donante y la que podríamos tomar para el receptor, así estamos seguros de manejar volúmenes exactos para ambas personas”.
La intervención quirúrgica con donante vivo para trasplante de hígado, consiste en realizar una hepatectomía mayor, cortando el órgano y extrayendo una parte. Por esta razón, el proceso inicia en una sala de cirugía con el donante, y cuando se obtiene el fragmento hepático, este se prepara y se lleva a una sala anexa donde espera el paciente receptor. Un grupo de hasta 4 cirujanos participan en todo el procedimiento, pasando de un quirófano a otro, además son apoyados por anestesiólogos, instrumentadores quirúrgicos y personal de enfermería que supervisa la parte técnica y brindan soporte en diferentes momentos.
“No es solo un evento quirúrgico, se trata de dos cirugías que se complementan, todo ello gracias a una labor multidisciplinaria que exige el compromiso y el conocimiento de un número importante personas, desde la parte diagnóstica hasta el quirófano, para que el procedimiento sea realizado con seguridad y eficiencia, y así devolverle la salud a personas que quizá no esperaban tener una segunda opción”, concluye el doctor Serrano Ardila.
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