Con 100 años su voz y fuerza no son las mismas que hace dos décadas, tiempo en el que podía moverse con más libertad y bailar, a Olimpa Solano Libreros le brillan los ojos al escuchar un buen bolero, una guaracha o un vals.
Recién cumplió 100 años, su pasión por la música no tiene límites, pues aún canta las canciones de Daniel Santos con una tenacidad que eriza la piel.
Hace imaginar sus años mozos, en el que se iba desde del municipio de Dagua hacia el puerto de Buenaventura con su hermano para buscar los últimos éxitos musicales del momento.
Travesía que repitió durante años hasta consolidar una musiteca que cuenta con miles de discos, cassettes y LP’s que la han coronado como pionera, coleccionista y melómana de la capital vallecaucana.
Celia Libreros, madre de Olimpa, fue quien le enseñó a la melómana de 100 años el placer que genera un buen ritmo, beat o swing. La importancia de sentir la canción y no sólo escucharla.
“Mi abuela llevó a su familia a vivir a una finca cerca al Kilómetro 18; al ser este un espacio tan tranquilo en aquel entonces, mi madre y mi tío Luis buscaban quitarse el aburrimiento, por lo que decidieron volcar su energía a la música que sonaba en la rocola de su casa. Aún eran pequeños”, narró Pablo Emilio Solano, el conocido melómano de la terraza del barrio Barranquilla, hijo de Olimpa.
Pero fue a mediados de los años cuarenta, cuando tenía la edad de 20 años, que la centenaria entró al mundo de la música de lleno. Se fue con su hermano a trabajar a Buenaventura.
En ese lugar donde el sabor no solo se encontraba en sus majestuosos platillos, sino también en los ritmos caribeños y extranjeros que sonaban en el muelle.
Durante su año de trabajo en el Puerto, los hermanos empezaron a coleccionar los temas más sonados del momento, pues creían que cada canción era un puente a la libertad y el disfrute.
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En aquel tiempo, Olimpa decidió no casarse con ningún género sino apreciarlos todos en general, pues para ella la música lo era todo.
Según contó su hijo Pablo Emilio, luego de ese año de trabajo en Buenaventura, ambos hermanos se fueron a Dagua a abrir en una de las casas que tenía su madre.
Un “negocio de música”, el cual se llegó a transformar en un bar o bailadero en el que todo el mundo convergía.
El establecimiento, que funcionó hasta finales de los 60, estuvo siempre aperado de buena música, ya que de forma regular Olimpa viajaba a Buenaventura a comprar los últimos discos y casetes que fueran tendencia en el momento.
Durante sus excursiones, Pablo Emilio acompañó a su madre y, como ella, se enamoró de ese mundo en el que una sonata bien tocada te roba el corazón.
Por lo que al igual que su madre, esos boleros, rumbas, guarachas, tangos, calipsos y rock and roll de golpe duro le apasionan.
Luego del cierre del bar, su madre y hermanos regresaron a Cali y con ellos un gran número de discos de colección con los cuales inició lo que ahora se conoce como la biblioteca de melómanos del barrio Barranquilla.
Luego del cierre del bar, su madre y hermanos regresaron a Cali y con ellos un gran número de discos de colección con los cuales inició lo que ahora se conoce como la biblioteca de melómanos del barrio Barranquilla.
“Yo cuido mucho esto porque hace parte de mi vida, de lo que fue mi abuela y es mi mamá, de cómo crecimos mis hermanos y yo. La música hay que respetarla y cuidarla porque es lo que nos permite alejarnos de cosas malas y soñar”, afirmó Pablo Emilio
La colección de elepés para esta familia lo es todo, es por eso que músicos, periodistas, visitantes extranjeros y políticos quedan flechados con la estructura que se ha ideado en el tercer piso de su casa.
En la que se resguardan más de 50 años de buen son y se puede disfrutar de una cerveza mientras el oído se deleitan con esas piezas únicas que logró conseguir Olimpa en su juventud.
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Algunos de los artistas que han visitado la casa de los Solano y han quedado flechados por su recopilación musical son Alberto Cortez, Toño Calcedo, Rey Peréz, Yayo el Indio, Simón Peréz, músico de Tommy Olivencia,entre otros.
Aunque en los estantes se observan varios discos, no se tiene un número exacto de la colección, pues por más de 50 años los miembros de la familia Solano han ido reuniendo lo que hoy llaman algunos el santuario de los melómanos.
“Un número exacto no hay. Sabemos que hace rato pasamos un gran número pero no nos hemos puesto a la tarea de contarlos”, aseguró Pablo Emilio.
El sábado 9 de abril, en aras de celebrar su cumpleaños número 100 y su trayectoria como melómana y coleccionista, la comunidad amante de los buenos sones y su familia le realizaron en todo el corredor de su cuadra un jolgorio digno de una estrella.
En el que grandes artistas le cantaron y rindieron tributo por ser pionera en la conservación y culto de grandes éxitos.
El evento también buscó dejar un precedente en el que los ‘vieja guardia’ sean recordados para siempre.
Pues Olimpa es una de las últimas colecciones de gran renombre que quedan en la capital vallecaucana, por lo que conmemorar es también resaltar y respetar la historia de Cali.
Para conocer un poco más de los Solano puede ver el siguiente video:
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