“Gonzalo era un campesino con una inteligencia tan impresionante que lo convirtió en un apasionado por la conservación del loro orejiamarillo y la palma de cera, el árbol nacional de Colombia”.
Con estas palabras, Alexánder Cortés, director de conservación de la Fundación ProAves, describió a su amigo Gonzalo Cardona Molina, el ambientalista asesinado en jurisdicción del corregimiento de Barragán, zona montañosa de Tuluá.
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Cardona Molina, de 55 años, quien fue hallado este lunes festivo semidesnudo, a un lado de una quebrada y con dos disparos en el pecho, llevaba 23 años en la fundación que trabaja por la conservación de estos pájaros que son muy importantes para el medio ambiente porque son diseminadores de las semillas que hacen posible el repoblamiento de la palma de cera en los departamentos del Valle, Tolima y Quindío.
En 1998, cuando la Fundación llegó a la vereda Cucuanita, del municipio de Roncesvalles, conocimos a Gonzalo como un campesino que se dedicaba a su granja agrícola y la producción de leche, prácticamente abandonó esta actividad y se dedicó de tiempo completo a la protección del medio ambiente”, indicó Alexánder Cortés.
“Era un hombre muy trabajador, dedicado a su familia, demasiado cariñoso con su esposa y sus cuatro hijos, dos del primer matrimonio”, indicó Cortés
Precisamente, ese amor por su familia lo había llevado a hacer un viaje en moto desde la zona rural de Roncesvalles, donde vivía, hasta el municipio de Circasia, en el departamento del Quindío, para pasar las fiestas de fin de año.
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En su trabajo ambientalista, Gonzalo se convirtió en un experto en subir hasta lo más alto de las palmas de cera para instalar nidos artificiales como parte de un programa de la Fundación ProAves para la conservación del loro orejiamarillo.
Gonzalo tenía un observación muy fina, aprendió muy rápido los hábitos de estos animales, qué comían, a dónde se desplazaban, dónde hacían sus nidos, a qué hora llegaban a qué hora se iban.
Finalmente él es quien hace el monitoreo o el censo para establecer cuántos pájaros de esta especie hay en la región”.
En el último censo que hizo en diciembre pasado estableció una población de 2.895 individuos en esa zona cuando en 1998 solo había 81 loros de esa especie.
Además se destaca que el señor Gonzalo Cardona, como coordinador de la Reserva ProAves Loros Andinos y guardián del loro orejiamarillo, logró concientizar a los campesinos de la región en la conservación y regeneración y siembra de la palma de cera, al borde de la extinción.
“Hoy Colombia no solo perdió otra vida preciosa, Roncesvalles perdió a un líder ambiental y al mejor de sus hijos, su familia a un ser muy amado y nuestro Loro orejiamarillo a su padre y salvador”, indicó la Fundación ProAves en un comunicado.
Redacción Tuluá.
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