Jhon Eider Delgado Calderón, de 20 años, ingresó el pasado 19 de febrero a la Estación de Policía de Desepaz, ya que las autoridades lo sorprendido hurtando en inmediaciones al barrio Calimio Desepaz. Al parecer era la primera vez que cometía un crimen, uno que, sin imaginarlo, le costó la vida, sus sueños y su futuro.
Después de permanecer ocho días en la estación, fue hallado muerto alrededor de 93 reclusos más que se encontraban con él. El cadáver de Delgado tenía hematomas hasta en las orejas, sus costillas estaban destruidas y su corazón desprendido.
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“Mi hijo era muy humilde y aún me sigo preguntando por qué ese día salió de la casa a hurtar, pues nunca había tenido esos comportamientos. No sé quién me lo sonsacó para hacer esto, pues él nunca había estado en una estación de Policía, es más, no tenía ningún antecedente legal”, contó Marlene Calderón, su madre.
Jhon Eider estaba recluido por hurto calificado, y pasó ocho días sin ver a sus familiares y amigos de su barrio, Manuela Beltrán.
A pesar de esto, guardaba la esperanza de que su abogado le consiguiera casa por cárcel, pues no tenía antecedentes y podía apelar a este beneficio.
Sin embargo, cada día que pasaba en esta celda se le hacía más difícil, pues no solo tenía que luchar con el calor que provocaba estar con 93 reclusos más, sino también con múltiples amenazas y golpes.
“El jueves 25 de febrero llegué con el abogado a la estación, y mi hijo estaba muy raro y preocupado. El abogado me dijo que estaba tan nervioso que no le pudo firmar el poder para que lo representara, que solo puso la huella”, contó la madre.
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Aunque le preguntaron qué pasaba, éste no dijo ni una palabra. Al parecer, no quería preocupar a su progenitora ni darle más problemas.
Cuando el reloj marcaba las 11:00 a.m. del viernes 26 de febrero, Marlene recibió la peor llamada de su vida. Un Policía le informó que su hijo estaba muerto.
En ese entonces las autoridades manifestaron que el cuerpo de Jhon Eider no presentaba signos de violencia, sin embargo, la inspección del cadáver demostró lo contrario.
Según el dictamen de Medicina Legal, que ya pudo conocer el abogado del caso, “el cuerpo de Jhon Eider presenta hematomas en los brazos, pecho y cara, sus costillas fueron destruidas, su corazón fue desprendido, sus muñecas estaban marcadas por las esposas. Además, su cuello y brazos tenían laceraciones”.
Cabe resaltar que, en el momento de la velación los familiares de Jhon Eider decidieron abrir el ataúd y ver su cuerpo.
“Jhon Eider tenía heridas por todo lado y sus ojos estaban hinchados por los golpes, además, estaba envuelto en un plástico. Con estas pruebas es imposible creer que mi hijo no presentaba signos de violencia como lo quisieron hacer creer”, dijo la madre.
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Q’hubo pudo conocer que el tanatólogo que organizó el cadáver tuvo que envolver el cuerpo en un plástico debido a las heridas.
“Este proceso se realiza cuando el difunto tiene muchas laceraciones, las cuales, en ocasiones, no pueden ser completamente cerradas. Le pusimos este plástico en uno de sus brazos y cuello ya que tenía heridas grandes. Esto ayuda para que el cuerpo no genere líquidos en medio de la velación”, explicaron desde la funeraria.
Información que le han suministrado algunos reclusos a los familiares de Jhon Eider, dan cuenta de que la Policía es sospechosa de este caso.
“Me dijeron que mi hijo y dos chicos más estaban siendo golpeados porque no querían consumir una droga que estaban ingresando dos Policías, los cuales tienen compinche con ‘el pluma’ (el que manda en la celda). Como mi hijo los amenazó diciendo que me iba a contar todo y los iba a demandar, me lo mataron”, expresó Marlene.
Según los reclusos, dos Policías y un detenido llevaban tres días torturando a Jhon Eider, “lo golpeaban donde no se le vieran los moretones, porque la mamá del pelado siempre venía con el abogado. Al man lo sacaban de la celda y se lo llevaban a darle corrientazos, nosotros solo escuchábamos los gritos”, contaron.
Jhon Eider murió en la noche del jueves y su cuerpo fue encontrado por las autoridades en la mañana del viernes 26 de febrero. “Ese día el menor estaba preocupado, pues apenas hicieron el cambio de turno se lo llevaron al baño y lo acabaron a golpes. Los tombos nos quieren meter a nosotros, pero aquí bien apretados que nos vamos a poner a pelear”, expresaron algunos reclusos.
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Cabe resaltar que cuando Q’hubo estuvo en el levantamiento del cuerpo, muchos vecinos manifestaron irregularidades en la estación.
Ante esto el coronel Guillen Amaya manifestó que “durante el registro en la estación, se informa de un joven que no tiene signos vitales. Se llama al CTI y la Personería para que se apropien del caso, después los internos fueron retirados para limpiar la celda. Por ser un hecho que ocurre dentro de un establecimiento policial se abrió una investigación preliminar para saber qué fue lo que ocurrió”
Por el momento, los habitantes del barrio Manuela Beltrán piden justicia. “Aunque cometió un error no merecía morir de esta forma. Lo recordaremos como un joven humilde y un gran jugador de fútbol, esperamos que su muerte no quede en la impunidad”.
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