La joven tuvo que renunciar a ser una modelo, pues una amiga le daño el rostro con dos cuchillas; el hecho se presentó en medio de una pelea en Manuela Beltrán.
Francy Julieth Goez Mejía soñaba desde niña con ser modelo, pero nunca imaginó que a sus 17 años una amiga le arrebataría este sueño desfigurándole la cara con dos cuchillas.
Aunque el hecho se presentó en septiembre del 2014 en el barrio Manuela Beltrán, Julieth pide justicia, pues su agresora fue sentenciada a 60 meses de prisión en el 2017 y aún sigue libre.
“Nosotras éramos amigas del barrio, ella entró a estudiar a mi colegio y afianzamos más la relación, aunque ella estaba en 11 y yo en 10 nos veíamos en el descanso, es más, llegamos a ir a la casa de la otra”, contó Julieth.
A pesar de la amistad había constantes roces y malos comentarios .“Ella me criticaba y varios amigos me decían que se le notaba la envidia, pero nunca hice caso”, dijo Mejía.
Fue cuando sufrió un acoso virtual por Facebook, que se dio cuenta que su amiga no era de confianza.
“Hubo una cuenta muy extraña que empezaba a comentar mis fotos con palabras hirientes. Decían que tan fea, tan flaca, tan alta, y muchas cosas más. Ahí unas amistades me dijeron que era ella porque la veían conectada en el salón de esa cuenta. Yo no creía, pues ella siempre me decía que me iba a ayudar a buscar quien era la que me estaba haciendo ese daño”, recordó.
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Pese a la confianza que le tenía, Julieth se dio cuenta de que su amiga era la misma persona que la insultaba por redes sociales. “Fui a la casa de ella y vi en su computador la cuenta por la que me insultaban, desde ahí me alejé. Como ella se graduó de 11 ya no nos veíamos en el colegio”.
Su vida cambió
Solo bastó una publicación en Facebook para qué se desencadenarán una serie de problemas que Julieth y su familia no vieron venir.
“Recuerdo que ella hizo una publicación de algo que tenía que ver con Photoshop y ahí empezó la tiradera. Ella me dijo que siempre usaba esa aplicación para subir mis fotos, que debería broncearme para coger el color de ella, y mucha gente empezó a comentar. Debido a eso me escribió por interno y me dijo que llegará hasta la casa de ella para hablar, pero yo le dije que no, que mejor fuera a la mía”.
Al final las dos acordaron en verse en una esquina cercana al CAI de Manuela Beltrán. Horas antes del encuentro, Julieth sentía algo extraño en su cuerpo, como un presentimiento de que su vida se acabaría ese día.
“Pensaba que me iba a morir, porque sentía algo que nunca había experimentado. Antes de salir recé el rosario con mi abuela”, recordó la joven.
La cita
Aunque la vida, el destino, o el instinto de supervivencia le advirtió que ese día perdería algo, Julieth salió confiada a cumplir aquella cita, pues solo quería arreglar las diferencias y poder estar en paz.
“Nosotras nos citamos como un viernes del mes de septiembre del 2014. Yo fui con dos amigas que se quedaron atrás, porque me dijo que fuera sola".
"Me pareció extraño que viniera desde la esquina, porque ella vivía a mitad de cuadra, pero supuse que estaría comprando algo en una tienda. Ella siempre estuvo con las manos cruzadas, pero no le vi malicia. Cuando llegó le pregunté que cual era el problema, y me dijo: es que yo a vos siempre te he tenido rabia, y le pregunté ¿rabia o envidia”, contó Mejía.
Solo bastó que Julieth terminara su pregunta para ver que la mano de quien era su amiga estaba en su rostro. “Ella me restregó la mano por toda la cara y yo sentí un pequeño ardor, pero no pensé que fuera algo más grave, así que empecé a pegarle y a defenderme. Cuando nos separaron alcé la cara y me vi llena de sangre y escuchaba a muchas personas que gritaban ¡un médico! ¡un médico!, pero no entendía nada.
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Su rostro lleno de heridas graves
“Cuando se me quitó un poco la adrenalina, sentí que no podía abrir la boca porque me dolía. Me di cuenta de que me había dañado la cara cuando de su mano cayeron dos cuchillas. Aunque me quería ver no me dejaban, es más, intente verme en un taxi y el dueño quebró los espejos”.
En medio del desespero un tío de Julieth que vivía cerca la cargó y la montó a una guala para llevarla al Carlos Holmes Trujillo.
“Me pasaron una camisa para que controlara la sangre en medio del camino, en ese momento yo solo le pedía a Dios que me ayudara a no guardar rencor y que me ayudará a tener mi rostro como siempre, pues la situación económica de mi familia no era la mejor para realizarme tantas cirugías. Cuando llegue al hospital no tenían las agujas correspondientes para coserme, así que cerraron con una aguja capotera una herida que hizo en mi brazo”, recordó.
Su cirugía
Julieth fue trasladada al Hospital Departamental, donde le realizaron su primera cirugía, tuvieron que pegar su nariz y su labio, el cual, hasta el día de hoy, no tiene sensibilidad alguna.
“Fue un proceso difícil desde que llegué al Departamental, pues como ahí estaba sola muchos doctores empezaron a tomarme fotos. Fue la doctora Angélica Luque la que me operó, en la cirugía debía estar despierta, pues no me podían dormir. Fueron más de 40 puntos entre los externos e internos, lo más doloroso fueron los 20 chuzones de la anestesia”.
Su rostro fue completamente vendado, y una vez más no pudo ver como había quedado desde aquel episodio.
“Pasaron 20 días y no aguantaba más sin verme, así que un día sola decidí retirarme el vendaje y mirarme al espejo. Estaba como un completo monstruo, aunque quise llorar no me lo permití, pues las heridas estaban aún sin sanar y sabía que si lloraba me iban a doler más”.
Julieth tuvo que someterse a dos cirugías para tratar de recuperar su rostro, las cuales le costaron más de 13 millones de pesos.
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Intentó volver al modelaje
Aunque intentó seguir con su sueño de ser modelo de pasarela no pudo, pues siempre le decían que por más que cubrieran su rostro con maquillaje, aquellas cicatrices se verían.
“Llegó un momento en el que renuncié por completo a eso, y dije Dios no me quiere para esto. Así que estudié todo lo relacionado con la estética, y ahora soy entrenadora y tengo una marca propia de ropa deportiva”.
A pesar de esto, sus compañeros de colegio siempre la apoyaron, pues era conocida en el barrio por ser una chica de su casa y con excelentes notas.
“Algunos vecinos indignados por este hecho llegaron a quebrarle los vidrios, pero pedí que pararan pues en mi corazón no había odio”.
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A Juicio
En el momento de los hechos la agresora de Julieth fue capturada por un cuadrante de la zona, el cual la llevó a la Estación de Los Mangos para su proceso de judicialización, pues ella era mayor de edad y había atacado a una menor.
“Ella ya era mayor de edad cuando me hizo esto, pero dijo que estaba embarazada y la soltaron. Como me había alejado de ella no lo sabía, por suerte un tío hizo la denuncia y se abrió el respectivo proceso”.
En medio de las citaciones y el papeleo, pasaron dos años para que un juez le dictara sentencia.
“El proceso fue muy demorado porque algunas veces ella no se presentaba a las citaciones, y siempre puso como excusa que estaba embarazada, pero como le decía el juez en su momento, ella fue la que llevó unas cuchillas para atacarme. La familia me dio cinco millones para que retirara la denuncia, pero siempre dije que no, al final los abogados acordaron y recibí el dinero para mis procesos".
Sentencia
"En el 2017 la sentenciaron a 60 meses de prisión, ese día solo estaba la abogada, y cuando fueron a su casa no estaba. Las autoridades no volvieron a buscarla y hace tres días me tocó volver a verla en un centro comercial, mi cuerpo empezó a temblar y decidí hacer esto publicó"
"No es justo que mi carrera como modelo se haya destruido, que tenga que comprar cada semana maquillaje para ocultar las heridas exteriores y ella siga libre. Aunque no tenga odio debe pagar por lo que me hizo”.
Cabe resaltar que la agresora hizo un video en Facebook, donde acepta lo que hizo y reafirma que Francy no es una mujer de pelea.
La familia de Julieth le pide a las autoridades hacer justicia, pues llevan casi siete años esperando que este caso se cierre de la mejor manera.
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