Ventolini nació como la heladería de un migrante italiano, y se convirtió en un referente gastronómico que está grabado en el corazón de la región. Detrás de su éxito está la historia de una familia caleña.
Entre las décadas de los 60 y los 80, los caleños popularizaron un verbo de su invención: “sextear”, que hacía referencia al plan de ir a pasear por la Avenida Sexta, disfrutando la brisa de la tarde o del comienzo de la noche. Uno de los lugares obligados del “sexteo” era la heladería Ventolini, contigua entonces a lo que fuera el Teatro Bolívar.
Así, la costumbre de hacer aquellas caminatas se fue convirtiendo para la gente en la dulce tradición de disfrutar de esos helados, cómo sinónimo de buenos momentos.
La historia dice que la heladería fue fundada hacia 1963 por el inmigrante italiano Giancarlo Ventolini, junto a un eslogan: “Ventolini, con las frutas colombianas y la técnica italiana”; bajo ese principio la consolidó, hasta que en 1989 decidió vender para regresar a su tierra. En ese momento es cuando una familia vallecaucana, a pesar de no tener idea del negocio, decide adquirir la heladería, segura de querer pertenecer a ese mundo. Y con sus nuevos dueños, Ventolini comenzó a transformarse.
El primer paso fue la incorporación, en 1992, de la marca de tortas y pasteles Doña Ramona, que de inmediato significó una diversificación de la oferta. Así fue como ese mismo año surgió Ventolini Café, el primer local, abierto frente al Gato de Tejada, que pronto se volvió otro punto de referencia gastronómica, ofreciendo una carta con sándwiches, copas de helado y bebidas calientes.
Con el pasar de los años y acogiendo las necesidades del mercado, la carta de Ventolini se fue enriqueciendo. A los helados, tortas y cafés, se sumaron los platos fuertes como pastas, lasagnas y ensaladas, ampliando nuevamente las opciones de su menú. Para atender mejor a todos sus clientes, se generaron dentro de los restaurantes espacios con juegos infantiles, para así convertirse en un lugar de encuentro para toda la familia.
Poco a poco, de esa manera, la marca fue multiplicando su presencia en la región y en el país a través de 28 locales. Y también amplió las posibilidades al público, al incorporar el servicio a domicilio con unos cómodos empaques que le permiten al cliente disfrutar la calidad y frescura de sus productos en cualquier lugar… incluso el helado.
Otro de los secretos de la fórmula de su reinvención está en el recurso humano, que conforma el músculo de la marca: una gran familia de colaboradores, que hoy tiene más de 360 personas vinculadas, que día a día mejoran su calidad de vida. Grupos familiares de abuelos, padres, hijos y nietos hacen parte de esta hermosa compañía, en la que el sentido de pertenencia se refleja con tanta dulzura en sus puntos venta.
Luego de 56 años de haber sido fundado Ventolini, sigue ofreciendo el sabor y la calidad de los productos con que conquistó a los caleños en sus inicios y ahora, es una tradición que está grabada en el corazón de los vallecaucanos y que se ha transmitido de generación en generación, lo que asegura que esta marca perdurará los próximos 20, 30 o 50 años, pues dicen por ahí que “uno siempre vuelve a los lugares donde fue feliz”.
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