Jean Van Landeghem es un hombre de 65 años que desde hace nueve soporta una pesada broma: le envían pedidos de pizzas que él jamas solicitó. Los domicilios pueden ser varias veces al día, incluso a media noche.
Aunque parece afortunado, la situación lo tiene estresado, pues debe explicar numerosas veces que él no solicitó la comida y que, por lo mismo, no pagará.
Landeghem reside en Turnhout, una pequeña localidad de Bélgica, hasta donde llegó el periodista Álvaro Sánchez, de El País de España, para conocer su historia. Allí se dio cuenta de las múltiples denuncias que el afectado ha hecho sobre la particular situación.
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Aunque afirma que no es a diario, sí es muy frecuente. De hecho, el 26 de febrero pasado alcanzó a atender a cuatro domiciliarios en un mismo día, elevando al límite su paciencia.
El belga asegura que no tiene identificado quién es el que le envía los pedidos. No cree que sea una broma, porque "ha durado demasiado", dijo. Además, porque recalcó "ni siquiera me gusta la pizza".
Estoy enfermo y cansado de la situación, y deseo que termine. No puedo dormir por el estrés", dijo Jean.
Asimismo, explicó que todas las solicitudes se realizan por la misma plataforma de pedidos. Algo que ya tienen identificado algunos locales de comida.
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“Siempre piden cuatro pizzas de queso, dos Coca-colas y un extra”, contó a El País Ali Akin, de la pizzería Talia. Argumentó que esta orden se repite porque es la más fácil y rápida de hacer.
El administrador ya lo tiene claro, por lo que si hacen ese pedido a la dirección de Landeghem, no lo envían.
"Eso ha impedido que la semana pasada salieran dos nuevas órdenes con destino a la casa del jubilado", relató.
Pero hay otros negocios que no lo saben, pues los pedidos no siempre son de pizzas. A veces pueden ser kebabs -una comida oriental- hamburguesas o alitas de pollo.
En estos locales no lo reconocen, por lo que siguen enviando los pedidos. En ocasiones el timbre despierta a Jean de sopetón, algo que lo asusta porque "tengo complicaciones en el corazón".
Está cansado de los domicilios y quiere encontrar al gracioso que lo tiene hastiado con la broma, que considera una pesadilla. Por ahora, es un misterio quién pide comida por el hombre belga.
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