Juan Pablo I, el Papa de los 33 días: el enigma que aún rodea su repentina muerte


Foto tomada de : X @Alexei1917

Albino Luciani fue elegido como sumo pontífice en agosto de 1978 y falleció un mes después. Las dudas sobre su muerte aún generan teorías conspirativas.

Por: Redacción el Qhubo/Periodista Jhisús Chacín

Albino Luciani, más conocido como Juan Pablo I, fue elegido papa el 26 de agosto de 1978. Su elección trajo una bocanada de esperanza a la Iglesia católica, un pontífice sencillo, cercano y con una sonrisa constante que rápidamente conquistó a los fieles. Sin embargo, su mandato duró apenas 33 días, convirtiéndose en uno de los pontificados más breves de la historia moderna y, al mismo tiempo, uno de los más misteriosos.

El 29 de septiembre de 1978, el Vaticano anunció que el papa Juan Pablo I había fallecido a los 65 años a causa de un infarto agudo de miocardio. No obstante, las versiones contradictorias que surgieron desde las primeras horas alimentaron una ola de especulaciones que, más de cuatro décadas después, siguen sin disiparse por completo.

Inicialmente se dijo que su cuerpo fue hallado por su secretario, John Magee. Pero pronto se supo que fueron en realidad dos monjas quienes lo encontraron en la madrugada, aún con las gafas puestas y la luz encendida, lo que generó sospechas sobre las verdaderas circunstancias de su fallecimiento. A esto se sumó el hecho de que no se le practicó una autopsia, lo que alimentó teorías de un posible envenenamiento o incluso un asesinato.

Uno de los factores que más han llamado la atención fue su intención de reformar las finanzas del Vaticano y enfrentar figuras poderosas dentro de la Curia, como el entonces arzobispo Paul Marcinkus, responsable del Banco del Vaticano, y el cardenal Jean Villot, con quien habría tenido una fuerte discusión la noche previa a su muerte.

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El periodista británico David Yallop avivó estas teorías con su libro “En el nombre de Dios” (1984), donde sugiere que Juan Pablo I fue víctima de una conspiración interna. Aunque muchas de estas afirmaciones han sido rechazadas por fuentes oficiales y familiares, como su sobrina Pía Basso, la falta de claridad histórica ha convertido su muerte en uno de los capítulos más intrigantes de la Iglesia católica.

Juan Pablo I fue también el primer papa en adoptar un nombre compuesto, un homenaje a sus dos predecesores, Juan XXIII y Pablo VI, cuyos legados admiraba profundamente. Su elección fue vista como un puente entre tradición y cambio.

A pesar de su breve paso por el Vaticano, su legado perdura. Fue llamado “el papa de la sonrisa” por su actitud cercana y bondadosa, y para muchos creyentes, representó un verdadero símbolo de humildad, empatía y esperanza.

En un contexto donde la figura papal vuelve a ser tema de conversación tras el reciente fallecimiento del papa Francisco (abril de 2025), la memoria de Juan Pablo I resurge como una figura luminosa y trágica. Su historia, marcada por el misterio, sigue generando preguntas sin respuesta en la historia contemporánea del Vaticano.

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