El Ministerio de Transporte establece restricciones para renovar el pase a quienes presenten riesgos asociados a la hipoglucemia
Por: Redacción el Qhubo/Periodista Jhisús Chacín
En Colombia, tener una licencia de conducción no solo depende de pagar los derechos y pasar un examen práctico, sino también de cumplir con condiciones de salud física y mental que garanticen una conducción segura. Y aunque muchas personas lo desconocen, existen enfermedades que podrían impedir la expedición o renovación de este documento, especialmente si el tratamiento médico representa un riesgo al volante.
Uno de los casos más sensibles es el de las personas con diabetes que usan insulina. Aunque este medicamento es esencial para controlar los niveles de glucosa en pacientes con diabetes tipo 1 y tipo 2, también puede provocar efectos adversos que impactan directamente en la capacidad de conducción.
Según lo estipulado en la Resolución 0217 de 2014 del Ministerio de Transporte, los ciudadanos que hayan sufrido episodios recientes de hipoglucemia severa —aquellos que implican pérdida de conciencia, confusión o respuestas físicas deterioradas— podrían ver negada la renovación o expedición de la licencia de conducción.
La razón es clara una hipoglucemia mientras se conduce representa un riesgo mortal tanto para el conductor como para terceros. La persona podría desmayarse, perder el control del vehículo o reaccionar de forma tardía ante un imprevisto en la vía.
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A pesar de estas restricciones, el mismo documento normativo aclara que no todas las personas que consumen insulina están automáticamente inhabilitadas para conducir. Existen excepciones, y el proceso para evaluarlas es riguroso.
En esos casos, el ciudadano deberá presentar un informe médico firmado por un endocrinólogo, donde se certifique que el paciente mantiene un control adecuado de la diabetes y que ha recibido educación específica para manejar su condición de forma autónoma y responsable.
Dicho informe debe ser evaluado por el Centro de Reconocimiento de Conductores (CRC), entidad encargada de validar si la persona cuenta con la aptitud física y mental necesaria para manejar. Esta evaluación es personalizada y detallada, y tiene en cuenta el historial clínico del aspirante y su comportamiento reciente frente a la enfermedad.
Este procedimiento busca proteger a los conductores y a la sociedad, sin vulnerar los derechos de quienes, aun con enfermedades crónicas, logran mantener una vida activa y segura. Sin embargo, el mensaje es claro: quienes padezcan diabetes y usen insulina deben estar al tanto de los riesgos y del proceso adicional que deben cumplir para obtener o renovar su pase.
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En conclusión, no se trata de una prohibición absoluta, sino de un control adicional por motivos de seguridad vial. Estar bien informado, mantener la enfermedad bajo control y cumplir con los requisitos médicos puede marcar la diferencia entre seguir conduciendo o no.