Catar, casi una isla en el Golfo Pérsico, es un país pequeño (11.571 km2) pero que tiene la ambición de ser grande, como pretende demostrar al mundo con la organización del Mundial de fútbol del 20 de noviembre al 18 de diciembre.
Gobernado por la familia Al Thani desde mediados del siglo XIX, Catar rechazó integrarse en la federación de los Emiratos Árabes Unidos en el momento de su independencia en 1971, después de 55 años de protectorado británico.
Con poco menos de tres millones de habitantes, apenas 300.000 son cataríes. El resto son expatriados.
Los cataríes proceden de tres grupos: los nómadas de la Península Arábiga (los beduinos), los habitantes de las ciudades costeras originarios de Irán, Pakistán y Afganistán, y los descendientes de los esclavos del Este de África.
"Los pequeños estados tienen como objetivo superar su invisibilidad", analiza Danyel Reiche, encargado de investigación sobre el Mundial en la Universidad Georgetown en Catar. Para el emirato, a la sombra de su vecino saudita en especial, "eso pasa por asegurar la seguridad energética del resto del mundo (gracias a su gas natural), la compañía aérea Qatar Airways, la cadena de televisión Al Jazeera, un rol de mediador (en especial con los talibanes) y por acoger grandes eventos deportivos".
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De las perlas al gas natural
Hasta los años 1930, la economía catarí reposó sobre el comercio de las perlas 'pescadas' en sus aguas. La Gran Depresión y luego la Segunda Guerra Mundial hicieron que el país cayera en una grave crisis económica.
El hallazgo de reservas de petróleo a finales de los años 1930 terminó siendo su nueva salida. Si bien es un pequeño productor petrolero, Catar dispone de importantes reservas de gas natural, lo que le asegura en la actualidad grandes ingresos.
Las autoridades buscan, de manera paralela, diversificar su economía con vistas a 2030. El Mundial-2022 le ha permitido desarrollar a gran velocidad las infraestructuras y posicionar al país como "destino (turístico) familiar, además de por el arte y la cultura", estima Kamilla Swart-Arries, especialista en turismo deportivo y profesora de la Universidad Hamad Bin Khalifa en Doha.
De la cetrería al fútbol
Las carreras hípicas, de camellos y la cetrería están en el corazón de la tradición deportiva de Catar. El fútbol fue 'importado' por los trabajadores extranjeros del sector energético.
Después de la independencia del país, "el emir desea construir su figura en torno a un equipo de fútbol sólido", cuenta Raphaél Le Magoariec, especialista en deporte y geopolítica de los países del Golfo en la universidad francesa de Tours. En los años 1980 y hasta mediados de los años 1990, Catar tuvo un buen equipo, compuesto por jugadores nacidos de padres cataríes.
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"Con el enriquecimiento de la sociedad, la juventud catarí no estaba ya inclinada a continuar una carrera deportiva y el país comenzó a nacionalizar a deportistas procedentes de comunidades árabes (sudaneses, egipcios, iraquíes...) que vivían en Doha" y estaban formados en el seno de una academia de renombre, Aspire.
Un Mundial polémico
Desde la designación de Catar como anfitrión del Mundial-2022 a finales de 2010, las polémicas se han ido sucediendo y amplificando.
Las primeras se referían a la ausencia de infraestructuras deportivas (siete de los ocho estadios han sido construidos para el evento) y hoteleras, así como a las altas temperaturas del verano catarí, lo que llevó en 2015 a trasladarlo de fechas, hasta los meses de noviembre y diciembre, en el final del otoño local.
Sospechas de corrupción sobre la obtención de la sede del torneo generaron revuelo después en las justicias de Suiza, Estados Unidos y Francia.
El impacto medioambiental del Mundial-2022, que los organizadores presentan como el primero en aspirar a la neutralidad de carbono, genera debate. Sus detractores denuncian el ballet diario de aviones y la climatización de los estadios.
La cuestión de los derechos humanos también ha generado mucha controversia, en lo referente a la situación en el país de los trabajadores migrantes, las mujeres y las personas LGBTQ. Organizaciones como Amnistía Internacional o Human Rights Watch han denunciado regularmente estas situaciones.
Una selección ‘alejada’ del mundo
Desde junio, los jugadores de la selección de Catar, entrenados por el español Félix Sánchez, han abandonado el campeonato de su país. Todos ellos juegan en esa liga y pasaron a prepararse, casi a puerta cerrada, en Europa.
Para Catar, acceder a octavos de final en 'su' Mundial, es decir, superar su grupo (Ecuador, Países Bajos, Senegal), sería considerado ya un éxito.
Sus tres últimos partidos de preparación, en España ante Guatemala (victoria 2-0), Honduras (victoria 1-0) y Panamá (este sábado 5) ni siquiera fueron difundidos por televisión.
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