Los familiares de Junior Jein les afirmaron que el artista no había recibido ni amenazas ni presiones para el pago de ninguna extorsión.
Hasta ahora lo que se hablaba de la muerte de Junior Jein, era que al artista lo habían matado por no pagar una extorsión.
Esta hipótesis se manejó después de un audio que circuló, en que el que se escuchaba la voz de una mujer, supuestamente familiar del artista, hablando con un hombre que se identifica como Ulises.
En el audio, las partes hablan al parecer del asesinato de Junior Jein, por negarse a pagar una extorsión de 300 millones de pesos a ‘los Espartanos’, una de las tres temidas redes criminales dedicadas al narcotráfico y la extorsión en Buenaventura.
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Sobre esta hipótesis los investigadores empezaron a manejar el caso, pero al consultar con los familiares de Junior Jein, ellos les afirmaron que él no había recibido ni amenazas ni presiones para el pago de ninguna extorsión.
“Además, escucharon el audio y no reconocieron la voz de la mujer, por lo que se descartó que se tratara de una extorsión”, le dijo a EL TIEMPO uno de los investigadores del caso.
¿Nueva hipótesis?
La policía trabaja en otras hipótesis de los hechos que señalarían a Jorge Isaac Campaz ‘Mapaya’, jefe de ‘los Espartanos’, como el autor intelectual del crimen y buscan establecer el móvil del homicidio.
‘Mapaya’ lidera una red criminal que sostiene una guerra a muerte con ‘los Chota’ por el control de las rentas ilegales de Buenaventura y ya está vinculado a otras muertes de civiles y de un policía.
Ahora se indaga si los dos capturados hacen parte de una oficina de cobro de Cali.
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Sobre uno de ellos, a los investigadores les llama atención los antecedentes del sujeto.
Se trata de Iver Tomás Banguera Flores, quien es señalado de haber pertenecido al frente 30 de las Farc en 1998, con injerencia en el corregimiento de Sabaletas, Buenaventura, y habrer articipado en “hostigamientos a patrullas y estaciones de Policía en el departamento del Valle, reclutamiento en el sector Calima Darién, participó en la toma de la base militar Cerro de Tokio, en Dagua (Valle), en el año 2001”.
“Los capturados no han hablado, aunque se encuentran en la cárcel, esperamos que logren algún acuerdo con la Fiscalía y empiecen a cooperar”, dijo el investigador a El Tiempo.