Con una mágica receta para hacer hojaldres, una pareja emprendedora creó una de las marcas más queridas del suroccidente del país. Esta es la historia de La Locura y su secreto para conquistar el corazón de la región.
El origen de Productos Alimenticios La Locura, está en la sensatez de seguir los dictados del corazón. Para ir al comienzo de la historia es necesario un viaje hasta los años 80, cuando los esposos Omaira Ospina y Manuel Tiberio Zapata, llegaron a Cali después de siete años de vida en Venezuela.
Ella, emprendedora y llena de ideas, se propuso tener un negocio y su primera idea fue desarrollar productos en masa de hojaldre que aprendió durante su estadía en el vecino país. La diferencia estaría en el acento que sus manos pudieran poner a la masa, con rellenos de su autoría basados en carnes frescas y una combinación de salsas.
El bautizo oficial del negocio, con el nombre que hoy es reconocido en todo el país, se dio en 1985 cuando un cliente exclamó una frase entre signos de admiración, mientras hacía fila a la espera de que lo despacharan en el primer punto de venta: ¡¡Siempre que vengo aquí esto es una locura!! Para los esposos Omaira y Manuel, las palabras del hombre fueron una señal.
Y de alguna u otra manera, una premonición: “Todo esto ha sido una verdadera locura”, dicen ahora ellos, recordando con nostálgico afecto las curvas del camino. Ese primer punto de venta estaba ubicado bajo unas escaleras adentro del almacén de La 14, en el centro comercial Cosmocentro.
Parece sencillo visto desde la distancia, pero la vida de esta marca ha sido posible a través de un recorrido de sacrificios, de esfuerzos, de apuestas, de luchas, de intentos.
Todo aquello también compone la receta de lo que hoy podría denominarse como una de las comidas rápidas más típicas entre la gastronomía caleña contemporánea. Caleñidad en la génesis y si se quiere también en la proyección: como suele ocurrir con los hijos de la capital del Valle, su historia también se construye al traspasar las fronteras del departamento. Que es lo que ha ocurrido con este ‘fruto’ regional, que ya tiene puntos de venta por todo el suroccidente del país.
Ese crecimiento también se ha reflejado en su planta de producción al sur de la ciudad, de la que hace parte un grupo humano que ya suma 400 colaboradores. Su trabajo, es el impulso que permite a la marca cumplir día a día con el surtido de los 105 puntos de venta con los que hoy cuenta en la región.
El toque secreto
¿Cuál ha sido el secreto del éxito? La respuesta sin duda está en el sabor del producto. Aunque preparaciones de pasteles de hojaldre existen por todo el planeta, no hay ninguno que realmente se parezca a los de La Locura: el relleno no se excede, la masa no se rompe, las porciones de carne son justas, las opciones dulces son caricias al alma aderezadas de bocadillo o arequipe. Y todo está hecho con una poderosa combinación: altos estándares de calidad y tecnología que les permiten conservar el sabor de la receta artesanal.
Por eso, quien prueba un pastel de La Locura hoy día, viajará en varios mordiscos al pasado. El sabor se mantiene intacto en su fórmula.
El toque secreto , sin embargo, también está en la innovación y el servicio que ofrecen los colaboradores de la marca, vestidos de sonriente amabilidad en los puntos de venta, para asesorar a los consumidores que buscan una experiencia única a la hora de elegir entre el menú. El próximo año La Locura festejará sus 35 años de vida comercial y, en sincronía con los cambios que demanda el tiempo, la marca ha comenzado un plan de renovación en 2020 que cobija una revolución total de puntos de venta y productos.
Ésta, pues, no es la simple historia de una marca. Es también la historia de un ejemplo de sensatez, ante las locuras de la vida. Por que, como dice su lema: “Con esfuerzo y con amor, ¡la vida sabe mejor!”
